Al igual que en todos los cultivos, producir maíz no es tarea fácil, ya que existen muchas variables que se deben manejar y hay otras tantas que están fuera de nuestro alcance. Eso sumado a los turbulentos años que han tenido que enfrentar los productores debido al precio, hacen que el desafío sea aún mayor.
Cualquier agricultor diría que el éxito de un cultivo se mide a través de la maximización de los rendimientos y la minimización de los costos, por lo que hacer las cosas correctas en el momento oportuno es esencial para lograrlo.
Sabemos que el maíz es una planta de gran desarrollo radicular, por lo tanto, necesita suelos planos y profundos, de buen drenaje y que puedan retener suficientes nutrientes y humedad. Es así como el tipo y preparación de suelo, los fertilizantes, el control de plagas y malezas, riego eficiente y otros, se transforman en agentes claves para la producción de maíz. Hugo Faiguenbaum, asesor y profesor de la Universidad de Chile y Universidad Católica, lo sabe muy bien: “Lo más importante es que se haga inicialmente un análisis de suelo que permita contar con la información necesaria para hacer recomendaciones certeras de fertilización.
Luego, y en base a los resultados del análisis, deben determinarse los nutrientes faltantes, las dosis de ellos, qué fertilizantes se van a usar para abastecer dichos nutrientes y el momento de realizar las aplicaciones. Sin contar con un análisis de suelo, la recomendación de fertilización carecerá de sustento. La mezcla de fertilizante que se determine usar para cada caso deberá formularse en base a fosfato monoamónico, urea y cloruro de potasio. Para azufre se recomienda el uso de sulfato de magnesio, ya que el yeso es muy blando, se transforma en polvo con facilidad y se mal distribuye en el suelo. Por último, para Boro y/o Zinc, lo ideal es a través la tecnología actualmente existente impregnar las mezclas con productos en base a boro y zinc, de modo que cada grano de la mezcla fertilizante quede cubierto por el producto que contiene dichos elementos. La localización de la mezcla fertilizante en la siembra debe ser 5-6 cm al costado de la línea de siembra y 1 cm bajo la profundidad de las semillas”.
En este sentido, no se puede dejar de lado la importancia de la elección del híbrido a sembrar, en la cual se deben considerar distintos factores: “Primero, es importante saber cuál es la finalidad del híbrido; si es para grano, silo o grano húmedo. Luego, hay que tener en cuenta la zona donde se quiere sembrar, ya que hay híbridos que se desempeñan mejor en ciertas zonas del país. Finalmente, la fecha de siembra también es relevante, porque los híbridos tienen periodos vegetativos que no se pueden obviar”, afirma Dragan Vajovic, gerente de línea de Semillas de Coagra.
Por otro lado, y debido al constante cambio climático que vivimos cada año, los híbridos de maíz han tenido que ser modificados, con el objetivo de hacerlos más resistentes a los factores climáticos que tienden a tumbar los cultivos. Dragan afirma que actualmente las empresas semilleras se han visto en la obligación de hacer modificaciones en sus híbridos porque además “la mayoría de los productores de maíz busca obtener más rendimiento, debido a que el negocio está bastante estrecho, entonces apuestan a sacar más kilos”.
Ahora bien, si analizamos la evolución de la superficie de maíz sembrada en la última década, también nos daremos cuenta que ésta ha cambiado, ya que históricamente el cultivo de maíz era propio de la zona central, pero hoy vemos que se ha ido moviendo hacia el sur, donde las tierras tienen un menor valor y se ha dejado la tierra de la zona central para huertos que son más rentables, como las cerezas, nueces, etc. En el siguiente gráfico, de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (ODEPA), vemos cómo ha ido evolucionando la superficie sembrada en Chile y sus rendimientos. Se ve claramente que la superficie de maíz sembrada está en el punto más bajo de los últimos 10 años, mientras que la producción se ha mantenido estable las últimas temporadas y el rendimiento ha tendido al alza.
Desde hace aproximadamente dos temporadas algunos cultivos de maíz en Chile se han ido modificando en cuanto a la densidad de sus siembras, lo que podría tener como resultado un aumento en el rendimiento de la cosecha. José Miguel Aspillaga, Gerente Regional del Servicio Técnico y Ventas de Semillas Pioneer, afirma que “como idea y avance tecnológico, la alta densidad está bien planteada, pero esto tiene que ir acompañado de otras prácticas, como es el riego por goteo o con carrete y pivote, el ajuste en las cantidades y tipos de fertilización para las plantas, la regulación de las máquinas cosechadoras, etc”.
Hugo Faiguenbaum asegura que “lo primero que corresponde es precisar el concepto de alta densidad. La gran mayoría de los productores siembra maíz a 75 cm entre hileras y busca lograr aproximadamente 7,5 plantas/m lineal a cosecha como promedio, lo que conduce a poblaciones de 100.000 plantas/ha. En este sentido, algunos piensan que alta densidad en maíz significa tener 110 mil, otros 120 a 130 mil e incluso quienes piensan en 140 mil plantas/ha. Para concretar el tema de alta densidad, la primera condición es acercar las hileras a una distancia de 50 cm en lugar de la siembra convencional y mayoritaria que es a 75 cm y establecer poblaciones de 5,5; 6,0; 6,5; o 7,0 plantas/m lineal para conseguir desde 110 mil hasta 140 mil plantas/ha.”
En esa misma línea, afirma “los resultados obtenidos y medidos a nivel de campo en maíces para grano, usando altas densidades, y en que se dejan sectores como testigo, han sido erráticos, obteniéndose rendimientos a veces a la baja, en otro casos con aumentos y en general sin alzas consistentes que permitan inclinarse en definitiva por el uso de altas densidades. Agregado a eso, hay que tener presente que el uso de altas densidades conlleva mayores costos debido a mayores requerimientos de semilla/ha, y a mayores costos de siembra, de fertilización y de cosecha. De este modo, no se trata sólo de obtener un mejor rendimiento de grano/ha si no de que la relación costo beneficio resulte claramente positiva”.
De todas formas, el intento de obtener más kilos por hectárea es una meta que todos quienes cultivan maíz quieren alcanzar, ya que de esa manera estarán rentabilizando de mejor manera sus tierras. Un ejemplo de eso es el caso de Santiago Yerkovic, agricultor de la ciudad de Los Ángeles que probó sembrando en alta densidad pero dice que no lo volverá a hacer: “Sembré en alta densidad, con 130 mil plantas por hectárea a 50 cm, y me fue bien, pero no lo voy a hacer de nuevo. A pesar de que el rinde es mejor, el riesgo es muy alto, ya que la caña sale muy débil y cualquier viento o lluvia puede botar el maíz y ahí no me sirve para nada”.
Por su parte, Hugo Faiguenbaum nos cuenta que si bien no hay recetas y la densidad puede variar según las condiciones de suelo, clima, fecha de siembra y condiciones de manejo de cada productor, “la recomendación en general es sembrar maíz utilizando una distancia entre hileras de 70 a 75 cm con poblaciones de 7,0 a 7,5 plantas/ m lineal, para así obtener entre 95 mil y 105 mil plantas/ha a cosecha. Si se siembra a 50 cm, entre hileras, mi recomendación sería básicamente mantener la población promedio de 100 mil plantas/ha que se utiliza al sembrar a 70 o 75 cm, debiendo disminuirse en ese caso el número de plantas en las hileras de 7.0-7,5 plantas/m lineal a 5,0 plantas/m lineal. Si bien la idea es tener la misma población/ha llegando a 100 mil plantas/ha en los dos casos, al sembrar a 50 cm entre hilera se tendrán menos plantas/m lineal y una mejor distribución espacial de ellas favoreciéndose entonces el uso de la luz por parte de cada planta y con ello su crecimiento y su rendimiento.”
José Miguel Aspillaga también es cauto al respecto y afirma que “en este tema de la alta densidad no hay magia. Hay que hacerlo bien y de a poco. Es necesario hacer pruebas antes, pruebas de suelo, clima, drenaje, compactación, entre otros, y si eso va bien, entonces se puede adaptar la siembra de a poco y no en un 80% de una temporada a la otra”. De la misma manera, Faiguenbaum sostiene que en el mejor de los casos y sólo si se cuenta con buenos suelos -una buena preparación de ellos, un híbrido con disposición de hojas más verticales y un buen manejo agronómico del cultivo-, “podría recomendarse un aumento moderado de la densidad que contemplara aproximadamente 110 mil plantas/ha. Para ello deberían establecerse 5,5 plantas/m lineal”.
De acuerdo a lo publicado en la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), “los precios de exportación del maíz subieron en junio 2019. Los precios del maíz de referencia de los Estados Unidos de América siguieron al alza por segundo mes consecutivo, con un promedio de USD 196 por tonelada, un 14% más que en mayo y el nivel más alto de los últimos cinco años. El fuerte aumento se debió sobre todo a la previsión de una producción mucho más baja en Estados Unidos, en comparación con el año anterior, debido a las condiciones climáticas excesivamente húmedas durante el período crítico de siembra de primavera. En América del Sur y Ucrania, la fuerte demanda internacional hizo subir los precios de exportación.”
Conversamos con Antonio Vidaurre, Gerente General de Coagra Agroindustrial, quien afirmó que el precio del maíz de Chile está sujeto al escenario mundial, “en ese sentido Chile no mueve la aguja del precio, ya que Chile produce entre el 30% y 35% de lo que consume de manera interna y el resto es importado, por lo tanto, todo lo que pase en Estados Unidos, Argentina y otros países, va a influir en el precio interno nuestro”.
De todas maneras, es muy difícil establecer proyecciones certeras de los precios a futuro, porque finalmente el tema de los precios que se pagarán por los granos es muy voluble y dependiente de variadas condiciones, como situaciones climáticas, económicas, políticas y de aspectos relacionados con la masa animal.
Panamericana Sur km.62,9
Casilla 30.
San Francisco de Mostazal
Sexta Región, Chile
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