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Octubre 2022

El matrimonio que recicla el plástico de los campos para fabricar corrales modulares

Paola Velasco, ingeniera agrónoma, y Cristián Águila, médico veterinario, unieron sus saberes e inventaron un sistema que permite transformar este residuo predial para darle una nueva vida útil, aportando a la economía circular y al cuidado del medioambiente.

Todas las buenas ideas parten de una corazonada. Eso fue lo que le ocurrió a Cristián Águila, médico veterinario especialista en peces, quien llevaba un tiempo observando las ventajas del uso de plásticos biodegradables para desarrollar infraestructura en la industria acuícola de la Región de Aysén.

Con la idea reposada en su cabeza, se la propuso a su esposa, Paola Velasco, ingeniera agrónoma con experiencia en el ámbito agrícola y ganadero. “Me propuso que inventáramos un sistema que permitiera reciclar el plástico que generan los campos para fabricar corrales para el ganado”, recuerda hoy, admitiendo que en ese momento le pareció un poco “descabellado”, porque años atrás, en Nueva Zelanda, ella había visto el uso de corrales modulares, pero fabricados con fierro galvanizado. “Nosotros extrapolamos la idea, siguiendo más o menos el modelo de los neozelandeses, pero usando plástico”, cuenta la emprendedora.

El siguiente paso, ya más convencidos de que era una buena idea, fue compartirla con especialistas en innovación. Por lo mismo, asistieron a una feria organizada por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) donde, en un minuto, comentaron su proyecto. “Nos dijeron que le veían futuro, que postuláramos a un fondo”, recuerda. Así lo hicieron y ganaron un primer, segundo y tercer fondo.

Entonces nació y creció Corrales de Chile en la Región de los Ríos, una fábrica de corrales ganaderos creada en 2015 que utiliza el propio plástico que generan los predios para darles una nueva vida útil a través de corrales modulares, transformándose en un aporte para la economía circular y el cuidado del medioambiente.

“Los corrales son tratados y procesados en líneas de alta eficiencia energética y cero residuos, ayudando a disminuir la tala de árboles y extendiendo la vida útil de los materiales, devolviéndolos al campo, transformados en nuevos productos, para seguir siendo un aporte en los procesos productivos agropecuarios”, explica.

Al ser un producto fabricado a partir de plástico, agrega que se consigue un material inerte que tiende a no alojar materia orgánica donde se fijan los microorganismos que provocan las principales patologías en los animales, como diarreas o cuadros respiratorios.

Otra ventaja es que es de fácil limpieza y desinfección, lo que minimiza su costo de mantención y, a su vez, su diseño redondo evita que los animales lo muerdan, impidiendo lesiones. Además, al ser modular, su armado y traslado es más sencillo. Hoy ya cuentan con maquinaria que les permite hacer corrales a la medida según especies y las necesidades de cada productor. También ofrecen el servicio de retirar los plásticos del campo.

Generar un emprendimiento desde cero siempre es desafiante, ¿qué ha sido lo más difícil?

“Cuando uno es emprendedor, todo el tiempo necesitas más material, más energía, más dinero, más herramientas, más personal para poder satisfacer las demandas que comienzas a tener, porque al principio no vendes nada. Esto, al principio, era súper frustrante, porque tú sabes que tienes un buen producto, que es útil y que además colabora con el cuidado del medio ambiente. Por eso, uno de los grandes desafíos fue convencer a los productores de las ventajas de esta alternativa”.

Otro desafío importante fue el embarcarse en el desarrollo de un negocio, algo totalmente diferente a lo que había hecho hasta ese momento como ingeniera agrónoma dependiente. Pero eso, lejos de asustarla, la incentivó. Literalmente, tuvo que aprender en muy poco tiempo a ser empresaria. “Empezamos de la noche a la mañana. No ha sido fácil, pero ha sido un camino de mucho aprendizaje”, asegura.

Partió tomando todas y cada una de las capacitaciones que ofrecía Sercotec y poco a poco, a punta de mucho estudio y esfuerzo, se fue especializando y aprendiendo desde cómo acercarse a los productores para ofrecer un producto nuevo, hasta el manejo de las finanzas.

Hoy la emprendedora está a cargo de la administración y de las finanzas del negocio, lo que a su vez le ha permitido delimitar responsabilidades con su marido, quien es el responsable del área de desarrollo técnico.

¿Cómo es atreverse a ser independientes?

-“Mi marido tiene en su ADN el emprendimiento, pero yo siempre fui dependiente y súper estable, así que en mi caso fue sumamente duro. Pero soy una mujer cristiana y cuando se te cierra una puerta siempre se te abre una ventana”.

Desarrollar un emprendimiento desde cero, dice, también implica ser flexible y estar dispuesto a migrar. En su caso, los dos sabían que las posibilidades de crecer en la Región de Aysén eran menores debido a las grandes distancias y la logística que eso implicaba. Por eso decidieron hacer las maletas y, junto a sus dos hijas, mudarse a la Región de los Ríos, donde compraron una parcela e instalaron la planta.

“Me tiré a la piscina. Nunca más volví a tener un trabajo estable, pero ha sido súper satisfactorio, al punto de que no volvería a trabajar para otros nunca más”, dice Paola Velasco.

¿Qué ha sido lo más satisfactorio?

-“No solamente el hecho de tener un emprendimiento propio, sino además saber que es una idea con la que uno sabe que está contribuyendo con innovación, que es sustentable y que ayuda al cuidado del medioambiente. Pese a que trabajo mucho más que cuando era asalariada. No paro de trabajar. A veces me da rabia, porque con mi esposo intentamos hablar de otras cosas que no sean la empresa, pero es difícil, siempre terminamos hablando de lo mismo (ríe)”.

Hace 7 años que no tienen vacaciones, pero se las han arreglado para que sus hijas lo pasen bien como parte de la cruzada emprendedora. Siempre que salen a terreno para participar en ferias o promocionar los productos en actividades las involucran.

¿Cómo se logra ser compañeros de trabajo y matrimonio a la vez?

“Es una lucha constante, sin duda, pero nosotros ya llevamos varios años como emprendedores y algo que ha sido súper importante es que nos respetamos las decisiones que cada uno toma en su respectiva área. También nos pedimos la opinión cuando la necesitamos. Yo admiro mucho a mi esposo y él a mí. Además, hacemos buen equipo. Cuando uno está más desanimado el otro te levanta”.

¿Cómo se proyectan a futuro?

-“Este monstruo crece todos los días. Es un negocio que no tiene techo y que va a seguir despegando”.

¿Qué le recomendarías a alguien que está pensando emprender en el agro?

-“Para ser emprendedor hay que tener ganas, espíritu, fuerza y, sobre todo, resiliencia. No hay que dejarse apagar o vencer cuando vienen las dificultades. Hay que aprender a adaptarse a contextos difíciles y saber reinventarse constantemente. Nosotros no hemos bajado los brazos gracias a que nos apoyamos constantemente y porque creemos en nuestro proyecto y en el aporte que estamos haciendo”.

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