La falta de agua es crítica, y se suma un cambio climático declarado irreversible. Expertos coinciden en que los paradigmas de siempre ya no sirven, que el riego tecnificado debe ser la regla, junto con implementar medidas de mediano y largo plazo, entre ellas, construir 27 nuevos embalses.
Por: Florencia Polanco.
Fideliza Comunicaciones.
Si bien en las últimas semanas algo de agua se dejó caer en la zona central aliviando un poco la falta del vital elemento, Chile vive una prolongada escasez hídrica que se arrastra hace 14 años y el 2021 no trae buenas noticias. La falta de lluvia acumulada es tal, que julio de este año quedó registrado como uno de los meses más secos de la historia en la zona centro.
“La vulnerabilidad de los cultivos es de alto riesgo”, advierte Patricio González, investigador del Centro de Investigaciones en Riego y Agroclimatología (CITRA), de la U. de Talca. Su diagnóstico es tajante: si no se aplican medidas urgentes, en 2025 el país entrará en una fuerte crisis hídrica. “Los estudios revelan que esto es irreversible”, dice.
Guillermo Martínez, productor de nogales de la Región de Valparaíso, está preocupado. En su zona riegan sus cultivos gracias al embalse de Chacrillas, que solo cuenta con un 15% de agua. Por eso, la temporada de verano la proyecta complicada. “No vamos a tener más del 30% del agua que necesitamos”, advierte.
Las regiones más afectadas son Coquimbo hasta Biobío, donde la escasez de lluvias varía entre 53% y 80%. “Se ve bastante difícil, a menos que tengamos copiosas lluvias en lo que resta del año”, explica Fernando Santibáñez, investigador del Centro de Agricultura y Medio Ambiente de la U. de Chile. Si bien el último frente de precipitaciones ayuda, no es suficiente, pues se suma la falta de nieve, que según González llega al 99% entre las regiones de Coquimbo y Ñuble.
Un tercer factor agravante, tal como cuenta el productor de nogales, es el déficit de aguas en los embalses. En promedio, el déficit en la Región de Atacama es 32%, en Coquimbo 56%, en O’Higgins 16% y en el Maule 54%.
Los cultivos más críticos son el trigo, el maíz y el arroz, luego las hortalizas y los frutales. Ante esto, el investigador del CITRA plantea que “los agricultores deben planear muy racionalmente cuántas hectáreas sembrar, versus el agua disponible”.
La escasez de agua y el cambio climático están relacionados. Hace algunos días, la ONU presentó un informe que confirma que Chile sufrirá una escasez de agua y sequía prolongada. También se advierte que el calentamiento global se acelera, y que la temperatura en el centro sur de Chile se elevaría 2° C al 2050.
Es decir, el clima mediterráneo que caracteriza al país con cuatro estaciones estaría quedando atrás, dando paso a uno semiárido, lo que explicaría la migración de agricultores hacia el sur en busca de agua y más lluvia.
Expertos coinciden en que, si bien las tecnologías y las estrategias de mitigación son urgentes, la base es lograr un cambio de paradigma en el sector agrícola, que consume cerca del 80% del agua disponible. “Creo que el real problema del manejo hídrico es más bien cultural. Somos los agricultores los que debemos tomarle el peso a lo importante que es el riego en la producción agrícola”, señala Andrés Olivos, Gerente de Innovación de Olivos riego.
En esto concuerda Santibáñez. “Es evidente que hay paradigmas que tenemos que cambiar. El cambio climático es un paréntesis que va a durar al menos un siglo. En momentos difíciles, todas las ideas aportan, no se puede desechar nada a priori”, comenta.
“Este informe, al igual que los estudios del CITRA, coloca un sentido de urgencia a las medidas para mitigar y adaptar nuestros sistemas agronómicos a la nueva realidad semiárida cálida que se profundizará. A la agricultura le está quedando poco margen para maniobrar y adaptarse. Este cambio de paradigma debe ser ahora”, dice Patricio González.
Según los especialistas, hay medidas de corto, mediano y largo plazo. Y aunque cada país tiene su contexto, mirar a otras naciones que lo han hecho bien, como Israel, España, Australia o Estados Unidos, ayuda. En todos ellos se ha tomado muy en serio el uso racional del agua, con investigación constante, tecnología de punta y, sobre todo, evaluación de las estrategias que se usan.
En Chile, una medida que no puede esperar es la tecnificación del riego. Según el académico de la U. de Talca, debe llegar al 90% al 2022 como plazo máximo. “Regar por tendido ya no será posible en los próximos años”, concuerda Santibáñez. Y para lograrlo, dice que sobre todo “hay que ayudar a los pequeños productores”.
El riego tecnificado contribuye de forma importante al ahorro de agua. “Un sistema de riego tradicional, surcos o tendido, tiene una eficiencia del 50%. En cambio, con riego tecnificado, de microaspersión o goteo, la eficiencia sube al 80 a 90%”, plantea Olivos. Sin embargo, dice que lo más importante es medir si las estrategias están dando los resultados esperados.
Luego, a mediano y largo plazo hay medidas como “hacer una intervención racional de las cuencas hidrográficas para evitar su sobreexplotación, y en los próximos 20 a 30 años, construir 27 embalses, desalar agua de mar y construir carreteras hídricas que extraigan aguas en las desembocaduras de los ríos Bio Bío y Maule para llevarlas al norte”, señala González.
Santibáñez agrega que, dado que el caudal de los ríos dependerá más de la lluvia y menos de la escurridiza nieve, también es urgente “echar mano a los caudales de invierno”. Para eso, explica que se necesita aumentar la capacidad de reservar agua en las partes bajas de las cuencas, para así crear lagunas desde donde se pueda bombear el agua hacia el interior de la cuenca en verano.
Solo durante este año, más de 30 comunas de país fueron declaradas en estado de emergencia hídrica, la mayoría de la Región Metropolitana. La ministra de Agricultura, María Emilia Undurraga, ha señalado que extenderla a otras comunas y regiones se está analizando “caso a caso, porque los territorios son distintos”.
Por otra parte, el Ministerio de Obras Públicas firmó 19 decretos de escasez hídrica, que afectan a 135 comunas, en seis regiones del país. Esta medida permite redistribuir las aguas de los cauces para priorizar el consumo humano y autorizar la extracción de agua, mientras dure la emergencia, sin contar con los respectivos derechos. Los decretos de escasez hídrica proveen herramientas para reducir los daños derivados de la sequía. Por ejemplo, se le entregan atribuciones a la Dirección General de Aguas (DGA) para la redistribución de aguas, su extracción en áreas superficiales o subterráneas y la distribución de cauces naturales y artificiales.
A raíz de la compleja situación hídrica de Chile, en 2019 se creó la Mesa Nacional de Agua, encabezada por el Ministerio de Obras Públicas. Su objetivo es proponer un plan nacional común para enfrentar la escasez de agua y sustentar, entre otras cosas, los contenidos para una política hídrica. En mayo presentaron un primer informe de diagnóstico, donde se plantean tres desafíos: la seguridad hídrica, la calidad del agua y los ecosistemas relacionados y el marco legal.
Por último, el Gobirno lanzó el denominado Plan Sequía, que pretende aumentar la disponibilidad de agua y mejorar la eficiencia en su uso, para asegurar el abastecimiento para el consumo humano y la producción de alimentos a través de 4 ejes.
Panamericana Sur km.62,9
Casilla 30.
San Francisco de Mostazal
Sexta Región, Chile
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