Los expertos coinciden que la apertura de los mercados globales y el cambio climático provocaron el auge de su perfil profesional. Su principal desafío es velar porque los cultivos logren una alta productividad y calidad comercial optimizando al máximo los recursos, en un negocio que se ha ido estrechando.
Chile ocupa un sitial importante en el rubro de la agricultura a nivel mundial. Hoy es el primer productor y exportador de frutas del hemisferio sur, con más de 50 especies que llegan a los distintos continentes, entre ellos el gigante asiático.
A su vez, el alto estándar en los manejos de sanidad, inocuidad y productividad posicionan al país como un proveedor de categoría mundial.
Por lo mismo, el crecimiento de este sector ha sido auspicioso. En los últimos 20 años se han suscrito más de 30 acuerdos con más de 65 países y bloques comerciales, y se han plantado más de 350 mil hectáreas.
Sin embargo, así como crece la demanda y la superficie plantada, también han crecido las exigencias de los mercados, la agricultura se ha vuelto cada vez más competitiva y el cambio climático mantiene a los productores en alerta constantemente, lo que ha vuelto a la agricultura un negocio más estrecho que antes.
Precisamente, esta suma de factores es la que ha permitido que aflore un perfil profesional que hoy es considerado indispensable en el rubro: el asesor agrícola.
Según Francisco González, asesor de paltos y cítricos, el auge de asesores comienza a cristalizarse en la década de los 90’ con la apertura de los mercados de exportación de fruta, “lo que generó enormes beneficios, pero también exigió un alto nivel técnico de agrónomos y exportadoras”.
En esto coincide Sebastián Ochoa, asesor de arándanos. “Hoy Chile compite de manera global, donde los asesores cobran vital importancia, porque orientamos los distintos procesos con el objetivo de lograr un producto premium. Para que las empresas sean competitivas hoy necesitan a un asesor”.
Pero así como Chile, otros países también se han visto beneficiados por la apertura de los mercados internacionales. A juicio de González, esto reafirma aún más la necesidad de contar con asesores, porque frente a países que comienzan a producir más y mejor que Chile, los productores nacionales pierden competividad, lo que implica que los desafíos técnicos sean cada vez mayores”.
Las orientaciones que entregan los asesores son diversas, dependiendo de las necesidades de cada agricultor. Mientras algunos se enfocan en las etapas previas a la plantación de un cultivo, como la elección del suelo y la variedad, otros tienen su foco en los manejos durante la producción y la postproducción para obtener mayores retornos.
En lo que coincide el perfil profesional de un asesor agrícola es en su capacidad de reconocer las debilidades y potencialidades de un proyecto en sus distintas etapas, para de esa forma entregar lineamientos personalizados y a tiempo.
Además de la apertura a los mercados globales, otro factor que influyó fuertemente en el posicionamiento de los asesores como un rol clave en el agro fue el cambio climático, que exige ser mucho más eficiente en el uso de los recursos.
Fenómenos como la sequía, las heladas o las lluvias primaverales suelen mantener a los productores constantemente presionados. Dado que son eventos que ponen la producción en juego, tienen que anteponerse a situaciones, como la caída de una helada, y también reaccionar rápidamente para amortiguar las consecuencias, por ejemplo, de una lluvia en primavera que parte la fruta.
“Con las consecuencias del cambio climático los recursos se están volviendo extremadamente escasos y caros, por lo que la toma de decisiones para una producción sostenida en el tiempo implica un mayor conocimiento en las técnicas de producción, como también en la capacidad de adaptación a los cambios”, señala González.
Patricio Morales también lo identifica como un factor. “La agricultura ha tenido sus altos y bajos, pero hoy día la producción es más difícil por los cambios climáticos y la situación cambiante de los mercados, donde algunos cultivos dejan de ser rentables”, opina.
En ese sentido, agrega que el desafío no es menor, ya que este escenario exige ser “mucho más eficientes desde el punto de vista productivo, manteniendo los costos lo más bajos posibles, pero logrando un producto de altísima calidad”.
Según Matías Bianchini, asesor de nogales, este último aspecto es de los más claves. “Lo principal es presentar un manejo eficiente en costo, sustentable y cuidadoso con el medio ambiente”, sostiene.
Los desafíos de ser asesor son tan diversos como las necesidades de un cultivo, pero todos coinciden con que uno fundamental es mantenerse a la vanguardia respecto a los avances científicos y nuevas tecnologías.
“La formación y el aprendizaje es un proceso permanente”, dice Francisco González, quien identifica también como desafío “la velocidad de respuesta. Uno debe planificar el trabajo de la temporada completa con los agricultores y llegar al agricultor en momentos críticos de la producción”.
A juicio de Matías Bianchini, junto con “mantenerse siempre en la última línea de la tecnología vigente”, considera que otro reto fundamental es lograr que los productores “vean el campo como un negocio. Un asesor se destaca prácticamente porque tiene buenos resultados en las cosechas”.
Para Sebastián Ochoa además de mantenerse “muy actualizado”, hay que ser “aterrizado”, lo que significa tener claro que “no me las sé todas y ser humilde. A mis clientes les gusta mucho cuando les trasparento que no manejo algún tema”, comenta el asesor experto en arándanos.
A cada uno le preguntamos cuál es su sello como asesor. Te invitamos a conocer un poco más sobre qué los distingue en una profesión que está en auge.
“Producir fruta con un alto valor agregado, que se venda en el segmento de mayor valor del mercado. En el manejo del campo se resuelven los problemas de forma integral con una estrategia que cada año se va cambiando con tecnología de vanguardia. Con esto desarrollamos una estrategia de mayor rentabilidad y única para cada unidad productiva”.
“Mi formación científica es robusta, lo que me ha servido para ofrecer un mejor servicio a mis clientes. Trabajo con equipos electrónicos de precisión para determinaciones fisiológicas y que generan indicadores del nivel de estrés en las plantas y permiten un diagnóstico preciso y certero. Mi sello como asesor es la recomendación técnica bien actualizada y fundamentada”.
“Mi sello es ser una persona 100% de terreno. Vibro con lo que hago y donde más me gusta estar es en el huerto. Además, fui administrador general de un campo por muchos años, por lo que soy muy práctico en lo que hago, lo que se traduce en acciones más simples de ejecutar, con resultados óptimos. Lo que trato de inculcar siempre a mis productores es que hay que ser muy disciplinado y ordenado en toda la cadena de labores”
“Mi sello es tener experiencia teórica y también de campo, lo que influye mucho. Soy muy de terreno y manejo bien la parte productiva por mi experiencia. También el ser especialista en una especie (arándanos). Manejo perfectamente los programas varietales, cómo se comportan las variedades en distintos países y zonas agroclimáticas, cómo se comporta la fruta frente a plagas y enfermedades, entre otros. Y si no sé algo lo consulto, eso también es importante”.
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