¿Qué los llevó a hacer esa apuesta?

• Primero, que sabemos trabajar el campo por nuestra formación familiar y porque vimos varias oportunidades. Segundo, porque si uno quiere mejorar la rentabilidad de un negocio ganadero, no se puede hacer lo mismo de siempre, hay que hacer algo diferente. Hoy, lo que producimos se faena y se desposta en un matadero frigorífico en la ciudad de Osorno y se vende a través de distintos distribuidores a nivel nacional, actualmente, desde Castro a Chicureo. Eso nos ha hecho crecer, tener mayor volumen y capacidad productiva.

¿En qué se ha traducido ese crecimiento?

• Desde 2016 hemos crecido el doble en ventas anuales y en producción de cabezas anuales. Partimos con 500 cabezas vendidas al año y ahora son 1000 cabezas, y tenemos la capacidad de crecer 80% más. También hemos mejorado lo que tenemos, invirtiendo en nuestros predios, que juntos suman 300 hectáreas.

¿Y cómo imaginan su negocio de aquí a 5 años?

• La hoja de ruta es seguir creciendo en producción para aumentar nuestras ventas de carne en el canal de distribución. En nuestro caso, nos diferenciamos por vender un producto de libre pastoreo, directo del productor,  de calidad premium, para garantizar los mejores cortes en las mesas de los consumidores, con un proceso productivo muy responsable enfocado en el bienestar animal.

A su juicio, ¿cuál ha sido la clave de este nuevo foco de negocio?

• Creo que un aspecto súper importante para que las cosas resulten cuando se trata de un negocio familiar es la definición de los cargos. Toda la vida he tenido buena relación con mi hermano, pero es distinto trabajar con la familia, sobre todo en el campo. En nuestro caso, la definición de los roles nos ha permitido tener éxito, porque él se dedica a lo productivo y yo a lo comercial. Hoy día creo mucho en unir las fuerzas. Es mucho más fácil que agarrar el caballo y salir corriendo solo.

La pandemia ha marcado al sector agrícola de diferentes maneras, ¿cómo han visto que se ha comportado el mercado de la carne?