Buenas prácticas culturales, un manejo adecuado de los huertos y su entorno silvestre son clave para el control exitoso de esta plaga que se ha dispersado rápidamente por el territorio chileno y que afecta a más de 20 cultivos.
Por: Florencia Polanco.
Fideliza Comunicaciones.
Una preocupación permanente para los productores, y para los países agrícolas en general, son las plagas y las enfermedades, porque generan pérdidas millonarias si no están bajo control. Por eso a nivel mundial los protocolos de ingreso y salida de la fruta son cada vez más estrictos, tarea que en Chile está en manos del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG).
Sin embargo, mantenerse libre de estos indeseados enemigos requiere de exhaustivos controles y supervisión, pues basta que cruce la frontera un solo fruto o material orgánico contaminado para que una nueva plaga o enfermedad se disemine con rapidez, si se dan las condiciones idóneas para ello. Eso es, precisamente, lo que ocurrió hace 4 años en Chile. En 2017 se detectó por primera vez una agresiva nueva plaga: la Drosophila suzukii Matsumura o mosca de alas manchadas.
Se reportó inicialmente en las regiones de La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos, posiblemente proveniente desde Argentina, donde había sido detectada desde el 2015, aunque es una especie nativa del sudeste de Asia. Lo problemático es que su diseminación ha sido bastante rápida, y algo que lo explica es que logra adaptarse a nuevos ambientes y escenarios climatológicos.
“Pese a que las condiciones que la favorecen son bajas temperaturas y humedad relativa alta, también puede establecerse en áreas donde las condiciones no le favorecen”, señala Patricia Navarro, investigadora del INIA Carillanca. De hecho, hoy está presente desde las regiones de Valparaíso a Los Lagos, con reportes de distribución restringida en Antofagasta, Atacama, Coquimbo y Aysén.
Karina Buzzetti, Directora de Investigación en Agri Development, quien ha seguido de cerca el desarrollo de la plaga, explica que es considerada una especie invasiva y de carácter primario por el alto nivel de daño económico que alcanza en múltiples cultivos. “Especialmente en berries y carozos, donde se han reportado pérdidas de hasta un 40% de la producción de arándanos y 33% en cerezas en California, Oregon y Washington. En ausencia de control, puede alcanzar el 100% de la producción”, advierte.
En Chile los primeros huertos afectados de la región del Ñuble alcanzaron pérdidas de 10-15% en cerezos y hasta un 8% en arándanos la temporada 2019/20, “aun cuando presentaban ciertos manejos preventivos, situación que se ha ido replicando en las distintas regiones donde está ampliamente diseminada”, añade Buzzetti.
Jaime Roessler, Gerente General de la Frutícola Olmué, estima que la perdida que han tenido algunos productores de berries alcanza en promedio el 20%. “En algunos casos, cuando la infestación de la plaga es muy alta, se han dejado de cosechar hectáreas completas”, dice.
Otra complejidad es el alto número de hospederos que tiene. En Chile hay reportes de 24, entre ellos arándanos y otros berries, carozos y vides, aunque a nivel mundial hay más de 200 reconocidos. “Al ser una plaga que puede desarrollase en distintas especies es difícil su control. Incluso, puede desarrollar su ciclo en frutos silvestre”, señala Roessler.
Por otra parte, el ciclo de vida de esta mosca es corto, por lo tanto, hay un alto número de generaciones al año y cada hembra puede oviponer entre 100 a 200 huevos durante su vida, lo que también favorece a la plaga.
La investigadora del INIA es tajante en señalar que la plaga Drosophila suzukii no es erradicable. “No ha logrado erradicarse en ningún país del mundo donde ha ingresado, ni tampoco será posible erradicarla en Chile”, advierte. Por lo mismo, aumentar la investigación y el manejo adecuado son fundamentales.
Para mantener bajo control la plaga ayuda mucho saber identificarla. Y la mosca de alas manchadas tiene varias características. Según describe Buzzetti, en su estado adulto el tamaño del insecto es más bien pequeño, de un largo entre 3-5 mm.
En los machos, se observa la presencia de una mancha redondeada oscura en la punta de cada ala, característica se ve a simple vista. Aunque existen otras especies de la misma familia que presentan manchas muy similares. Por eso se recomienda observar los ejemplares bajo una lupa de 40X o más para hallar otra característica; unos “peines negros” en el tarso de las patas delanteras.
Las hembras no tienen manchas en las alas, pero una forma de identificarlas es que tienen un ovipositor aserrado en el extremo del abdomen, el que puede ser observado con una lupa de mayor aumento.
Drosophila suzukii es una plaga que está presente todo el año. En la época productiva está en los huertos, depositando sus huevos en los frutos frescos lo que provoca, entre otras cosas, que estos se pudran, pero además hiberna en bosques y frutos silvestres en invierno. “Es una constante amenaza para la producción frutícola nacional, por lo que líneas de investigación centradas en los morfos de invierno de la mosca son de gran interés”, sostiene la investigadora del INIA.
Aunque existe consenso respecto a que las medidas para controlar la plaga a nivel estatal llegaron tarde, sí hay avances en investigación para generar estrategias de control.
Una forma de control es conocer al enemigo. Según describe Navarro, la Drosophila suzukii tiene puntos débiles. Uno es la baja resistencia de las moscas a golpes directos de sol. Otro es que las cosechas permanentes reducen la oferta de fruta sana en la planta, impidiendo que la hembra ponga sus huevos. Y una tercera es que las moscas son susceptibles a varios insecticidas de contacto y translaminar, aunque no ocurre lo mismo con los huevos, larvas y la pupa.
Tanto en Chile como en el mundo el uso de insecticidas es la estrategia más usada. “Además de los daños que provoca en la fruta, la plaga aumenta los costos de los programas fitosanitarios, por la gran cantidad de aplicaciones que deben hacerse para controlarla”, explica Jimena Valech, Gerente de Marketing FMC Corporation, quienes manejan dos alternativas de control para cerezos y arándanos. Uno produce una parálisis en el insecto, lo que impide la ovipostura de la mosca y el posterior daño en la fruta, mientras que el otro interfiere en los canales de sodio del sistema nervioso central y periférico, provocando repetitivas descargas nerviosas, parálisis y la muerte del insecto.
Patricia Navarro, quien se ha especializado en la investigación de formas de control de esta plaga, comenta que se están estudiando otras opciones. Por ejemplo, el uso de productos de origen biológico y repelentes botánicos, los que suelen combinarse con insecticidas químicos. El uso de controladores biológicos, como parasitoides, también son utilizados a nivel mundial con bastante éxito, aunque es un proceso más lento. Otros controladores, como hongos y nemátodos entomopatógenos, también están comenzando a ser estudiados en Chile, con el fin de reducir el uso de insecticidas de síntesis química y la presencia de residuos en la fruta.
Los expertos coinciden en que mantener buenas prácticas culturales, un manejo adecuado del cultivo y su entorno silvestre son clave para el control exitoso de la plaga y reducir las pérdidas de fruta. “No es sólo aplicar un insecticida. Se necesita un manejo integral, considerar limpieza y orden en los huertos, llevar la cosecha al día, tener control del riego para disminuir la humedad en el cultivo, entre otras medidas”, agrega Jaime Roessler. Si bien considera que hay avances, dice que está pendiente hacer seguimientos para verificar que toda la información que se les está entregando a los productores la han ido implementando en sus huertos.
Panamericana Sur km.62,9
Casilla 30.
San Francisco de Mostazal
Sexta Región, Chile
