Anita Jans ha estado ligada al mundo agrícola desde siempre, una historia que comenzó en su infancia, acompañando a su padre a las ferias ganaderas. Desde entonces, ha estado permanentemente cerca de la tierra, los animales y las decisiones clave del sector. “Siempre me sentí bienvenida en este rubro”, dice.

Es ingeniera agrónoma y cuenta con más de 30 años de experiencia en el sector. Comenzó su carrera en la formulación y escalamiento comercial de proyectos de innovación tecnológica en Temuco y luego se trasladó a Puerto Varas, donde trabajó en el Centro de Gestión Agrícola Todoagro, apoyando la incorporación de herramientas de control de gestión entre los productores. Por cerca de una década estuvo en Nestlé, primero liderando el programa de desarrollo de proveedores y luego como profesional del departamento agropecuario. Y desde hace más de tres años se desempeña como gerente de Aproleche Osorno, donde ha potenciado el trabajo gremial, la colaboración interinstitucional, la sostenibilidad y la vinculación con las nuevas generaciones. A su vez, es presidenta de la mesa ganadera del Pacto por una Región Sostenible e Inclusiva, donde se abordan temas relevantes del sector junto a importantes actores del sector. Y no menos importante, desde hace 6 años que coordina el GTT La Junta.
En conversación con la Revista Digital de Coagra, aborda los principales desafíos del sector, los avances tecnológicos, la relación con los jóvenes y el futuro de la producción lechera en Chile.

-¿Cuál es el principal propósito de Aproleche Osorno y cómo ha evolucionado su rol gremial en los últimos años?
“El propósito de Aproleche sigue siendo representar y defender los intereses de los productores, pero ha cambiado el tono. Ya no es solo salir a la guerra. Hoy hay más diálogo, más mesas público-privadas y más apertura para abordar temas en común con otros sectores productivos. Además, tenemos un desafío clave: poner la leche en todas partes. Que la gente entienda por qué es importante, cómo se produce y qué hay detrás de este alimento”.
-¿Cuáles son, desde su mirada, los principales desafíos que enfrenta actualmente la producción lechera en Chile?
“Más allá de la rentabilidad, que por supuesto es fundamental, para mí el gran desafío es cómo comunicamos lo que hacemos, porque vivimos rodeados de fake news y de desinformación. La gente cree lo que ve en redes sociales, y muchas veces eso no tiene base científica. Entonces, ¿cómo logramos que nos escuchen sin caer en la descalificación? Hay que transmitir con datos, de forma clara, breve, y con credibilidad”.
-¿Qué mitos en torno a la leche le parecen los más urgentes de derribar?
“Muchos. Que la leche produce cáncer, que todos son intolerantes, que no está hecha para el consumo humano… Si uno mira estudios serios, te das cuenta de que solo un 3% de la población es realmente intolerante a la lactosa. El resto cree que lo es porque lo leyó en alguna parte. Además, hay productos como el yogurt que son perfectos para quienes tienen este tipo de trastorno. Otro mito fuerte es el del impacto ambiental. Se nos acusa de contaminar, pero en Chile la ganadería representa apenas el 4% de los gases de efecto invernadero. Y al revés: somos los principales fijadores de carbono a través de nuestras praderas. Aun así nos hacemos cargo de lo que nos corresponde”.
-¿Y qué pasa con las llamadas bebidas vegetales que se presentan como reemplazo de la leche?
“Ese es un tema de marketing. A nivel mundial, la demanda por estos productos es menor al 3% y se ha mantenido en esa cifra. Si alguien las consume porque le gustan, está bien. Pero no son leche. Y si creen que contaminan menos, eso es falso: muchas tienen una huella de carbono importante, y son productos ultra procesados. No puedes comparar eso con un alimento natural como la leche”.
-¿Cómo están impactando el escenario económico y climático en el rubro lechero, y qué están haciendo para enfrentarlo?
“El sector lechero tiene una resiliencia impresionante. Siempre nos impactan estos cambios, pero también estamos en constante adaptación. Se está haciendo investigación, se están incorporando nuevas tecnologías. Desde el manejo de praderas hasta el uso de aditivos para reducir el metano, pasando por prácticas de reforestación con bosque nativo. Hay preocupación y acción concreta”.
¿Qué ejemplos destacaría de innovación tecnológica aplicada en el sur del país?
“Muchísimos. La lechería ha sido pionera en innovación. Desde tecnología de ordeña hasta sensores que monitorean en tiempo real el bienestar animal: cuántas horas pastorea una vaca, si tiene un comportamiento atípico, si está bajando su producción. Esa información permite tomar decisiones inmediatas. También hay avances en reproducción, crianza de terneros, sanidad mamaria, sistemas de riego. Todo ha ido evolucionando fuertemente”.
-¿Qué tipo de alianzas o trabajo colaborativo están desarrollando con otros actores del sector agropecuario?
“Trabajamos y somos parte de organizaciones como Fedeleche, SNA, Consorcio Agrícola del Sur, Corporación de Desarrollo del Sur, Multigremial, Consorcio Lechero, ONG Campo Seguro y por supuesto nos apoyamos con nuestros gremios vecinos. También con universidades y centros de investigación y con instituciones públicas como la Seremi de Agricultura, Gobierno Regional, INDAP, SAG, municipalidades, entre otras. Estoy convencida de que el trabajo colaborativo permite llegar más lejos”.
-¿Cómo se vinculan hoy con los jóvenes que se están formando en el rubro?
“Tenemos actividades como seminarios vocacionales y días de campo, donde los estudiantes pueden ver la tecnología del sector y conocer sus oportunidades. Pero es un desafío enorme: en carreras técnico profesional hay menos de 800 matrículas en la región, y solo un tercio se queda trabajando en el sector. También capacitamos a profesores, muchos de los cuales no han pisado un campo en 20 años. Y eso es crítico, porque ellos son quienes enseñan agricultura”.
-¿Cómo proyecta el futuro del rubro lechero en Chile?
“Tenemos que trabajar para que el sector siga siendo sostenible. Eso implica, no solo ocuparnos de la producción, bienestar animal, sustentabilidad y rentabilidad del negocio. Esto implica necesariamente formar capital humano especializado para nuestro sector, crear perfiles laborales adecuados, apoyar la formación de colaboradores, entregar condiciones atractivas para quienes quieran trabajar en este mundo. No basta con capacitar. Hay que construir un sistema que permita que este rubro siga siendo una opción de vida para las próximas generaciones”.
-¿Qué mensaje le gustaría entregar a los productores, profesionales y estudiantes del ecosistema lechero?
“Participar, colaborar y educar. Ayudar a poner la leche donde merece estar, con datos y convicción. Este rubro representa más del 60% de los ingresos de nuestra provincia. Todos podemos aportar un grano de arena, y no cuesta tanto. Pero hay que hacerlo con compromiso y participación activa. Eso puede marcar una tremenda diferencia y es responsabilidad de todos”.
