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Del Excel a la calicata: el camino de Tomás Viñuela en el rubro del avellano europeo

Desde la Región de Ñuble, un ingeniero comercial dejó las finanzas para emprender en el agro. Ocho años después, lidera un proyecto que mezcla tecnología, observación y trabajo bien hecho desde el suelo hasta la cosecha, donde ha sido apoyado técnicamente con el Centro de Gestión de Avellanos de Coagra.

Desde las pantallas de Bloomberg y los vaivenes de la bolsa, hasta los suelos profundos de El Carmen y Pemuco. Así ha sido el recorrido de Tomás Viñuela (36), ingeniero comercial, quien decidió dejar Santiago y su carrera en inversiones para iniciar un proyecto agrícola familiar en la Región de Ñuble. Hoy, con ocho años de experiencia en el cultivo del avellano europeo, lidera un campo que combina tecnología, observación en terreno y visión de largo plazo.

“Al principio, pensé que esto se podía hacer desde Santiago. Pero mi papá me dijo: ‘estás loco, mejor vente conmigo y lo hacemos juntos’”, recuerda entre risas.

A diferencia de lo que muchos podrían pensar, ni Tomás ni su padre provenían del mundo agrícola. Su papá —ingeniero civil y completamente ajeno al campo— llegó casi por casualidad, luego de desarrollar un predio que inicialmente destinó a uso forestal, pero del cual terminó utilizando una parte para siembras. “Yo iba algunos veranos, pero nada más. Estudié Ingeniería Comercial, hice un máster en Finanzas y trabajaba en la administración de fondos, bonos, acciones… hasta que decidí cambiar de rumbo”, cuenta.

Su búsqueda tenía una raíz más profunda: “Quería dedicarme a algo tangible, que no dependiera solo de una pantalla. Pensé en comprar un terreno para plantar avellanos. Tenía un amigo que hablaba del negocio, y el modelo me hacía sentido”.

Fue en 2017 cuando tomó la decisión y, tras un año de preparación, dejó Santiago. “Ese año mi papá ya se estaba metiendo en los frutales, avellanos y arándanos. Yo partí sin saber la diferencia entre un herbicida y un fungicida. Tuve que aprender desde cero: escuchar, observar, leer, equivocarme. El campo te enseña si sabes mirar con atención, y hay mucha gente dispuesta a compartir lo que sabe”, asegura.

Aprendizaje en terreno: “la clave es mirar con atención”

En esos primeros años, la falta de información práctica fue uno de los grandes desafíos. “Había un manual, pero era muy general. Todo era prueba y error. Algunos errores se pagaban caros, pero se aprendía rápido”, dice.

Su enfoque, poco a poco, se volvió más estructurado: “Así como en finanzas uno mira ciertos puntos clave en un balance, en el campo también hay que definir criterios base: si miras todo, te vuelves loco. Nosotros priorizamos el riego, la sanidad del huerto y el manejo del suelo. La fertilización vino después”.

Entre los aprendizajes más importantes, Tomás destaca el riego. “Fue el primer error que corregimos y marcó una diferencia. Hoy usamos sondas, sensores y calicatas para definir nuestra estrategia. Sin eso, no funciona nada más”.

También ha incorporado herramientas como análisis foliar, de suelo y de arginina. “Con eso ajustamos la fertilización y monitoreamos la reserva del árbol al final de temporada. En lo fitosanitario, aprendimos a identificar los momentos clave. No se trata de fumigar todo el año, sino de usar los recursos cuando hay más presión de enfermedades, como la xanthomona”.

En cuanto a plagas, es enfático: “El chinche es lejos el más complicado, el que más puede impactar económicamente. Luego vienen los burritos, la arañita y, más marginalmente, el pulgón”.

¿Y por qué no cerezas?

Con el boom de las cerezas, la elección por los avellanos podría parecer poco convencional. Pero para Tomás y su padre, fue una decisión estratégica.

“En la zona donde estamos, íbamos a estar al final de la curva de oferta de cereza. Más riesgo de lluvias tardías, menos competitivos. En cambio, en el avellano, aunque no seamos la zona top, como país somos tres veces más productivos que Turquía. El modelo es más defensivo y sostenible”, explica.

Además, resalta que es un mercado con mayor diversificación. “Aunque Ferrero Rocher sea un gran comprador, no es el único. Hay otros dispuestos a pagar bien porque nuestra calidad es superior. Y eso te da margen”, señala.

Cambio de vida, cambio de ritmo

El salto desde la capital a Ñuble no fue solo profesional, sino también vital. Tomás y su pareja —hoy su esposa— primero se instalaron en Concepción, ciudad intermedia que les permitía cierta comodidad. “Ella es de allá y tenía su trabajo familiar, así que yo me hacía cargo del viaje. Eran mínimo 300 kilómetros diarios, pero estaba convencido del proyecto”, relata.

Hoy viven en Chillán, más cerca del campo y de una vida que va de la mano con los ciclos de la tierra: “Al principio fue duro el cambio. Almorzaba con mis papás todos los días, así que comía rico y abundante, pero a veces los problemas del campo se colaban en la mesa. No siempre se digieren tan bien. Pero también fue un periodo de conocernos más, en distintas circunstancias, de formar lazos distintos”.

Durante los primeros años, trabajó codo a codo con su padre. “Al comienzo fue desafiante. Se mezclan cosas, personalidades. Pero también aprendí mucho. Me daba suficiente responsabilidad para percibir los logros y aprender de los errores, y con el tiempo ambos aportamos desde nuestra mirada”, dice.

“También hay un cambio generacional inevitable. Antes, estar presente físicamente en el campo era todo. Pero hoy hay tecnología que permite hacer las cosas distinto, o al menos usar el tiempo de distintas maneras”, agrega.

Entre los cambios que introdujo inicialmente, destaca la digitalización de los pagos y el uso de GPS en tractores. “Cuando llegué, lo común era que los sueldos se pagaran en efectivo, en sobres, un cacho. Lo primero que hice fue automatizarlo. Más seguro, más eficiente. Aunque sí, más impersonal”, cuenta.

Después de trabajar 5 años juntos, su padre decidió retirarse del negocio. “Me arrienda el campo y yo gestiono todo. Es un rubro que te exige mucha dedicación y tiempo y él quería usarlo en otras cosas”, comenta Tomás.

Hacer las cosas bien, desde el principio

Uno de los aprendizajes que más valora del trabajo con avellanos es el enfoque en la calidad desde el inicio. “Si partes mal, lo pagas después. Por eso, invertimos en buena preparación de suelo, buenas plantas, buen riego y manejo sanitario. La fertilización es lo último.”, insiste.

También pone énfasis en la gestión de personas. “El equipo es clave. Hay que darles estructura, desafíos, incentivos. Que se sientan parte. En el campo, si el equipo técnico no está comprometido, el resultado no llega”, suma.

Aunque el mundo agrícola se ha vuelto más atractivo para las nuevas generaciones con la incorporación de las tecnologías, aún no es una elección común: “De mis amigos de Santiago, ninguno se metió al agro. De los amigos de Chillán, principalmente los que estudiaron cosas relacionadas a esto”.

¿Y el futuro del avellano?

Tomás ve un futuro prometedor para el cultivo en Chile, pero con matices. “Decir que no debe crecer me parece difícil, es mejor dejar al mercado en acción, que crezca todo lo que tenga que crecer, después se regulará solo. Bajarán las rentabilidades, pero se estabilizarán, y ahí se mantendrán quienes lo hagan bien y de forma eficiente”, reconoce.

Para él, la clave está en profesionalizar el rubro, compartir aprendizajes y no repetir errores del pasado. “Esto no es un Excel solamente. Es campo, es gente, es manejo, es mirada. Y sobre todo, es aprender a mirar con atención”.

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Avellano europeo: las claves para mantener las altas proyecciones del cultivo

Impulsado por la demanda internacional y el respaldo de grandes compradores, el fruto seco se ha expandido con fuerza en el sur de Chile. Su crecimiento, sin embargo, exige planificación, manejo técnico y una mirada de largo plazo, señala experto asesor.

En la última década, el avellano europeo ha emergido como uno de los cultivos más dinámicos de la agricultura chilena. Según cifras de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa), la superficie plantada se ha multiplicado por seis, pasando de 5.000 hectáreas en 2010 a más de 30.000 en 2023. Se estima que actualmente existen alrededor de 50 mil hectáreas plantadas, con un aumento anual de aproximadamente 3 mil hectáreas.

Este boom no es casualidad: como explica Khristopher Ogass, asesor de avellanos del Centro de Gestión Frutícola de Ñuble en Coagra, “ha sido un crecimiento sostenido, impulsado por buenos rendimientos, precios y la ventaja de ser un cultivo mecanizable que requiere menos mano de obra que otros frutales”.

Chile ha encontrado en las regiones del Maule al sur las condiciones ideales para este cultivo. “Desde el Maule hasta Los Lagos, los rendimientos por hectárea han aumentado gracias a mejoras en el manejo agronómico”, destaca Ogass. Sin embargo, advierte que no todas las zonas son iguales. “Las áreas entre Bío Bío y Los Ángeles destacan por combinar buen clima y suelos con buena aptitud. En Maule, en cambio, a veces el suelo limita el potencial, y más al sur, aunque los suelos son los apropiados, el clima primaveral de menor acumulación térmica puede afectar la producción”.

En este sentido, el clima juega un papel crítico. “El límite norte es el Maule, debido a los requerimientos de frío para el inicio de su desarrollo y hacia el sur, las heladas primaverales (octubre-noviembre) son un riesgo grave. Hay que elegir zonas con historial climático estable”, enfatiza el experto. Sobre el suelo, sostiene que “es preferible al menos 80 cm de profundidad efectiva, sin limitaciones, ya que un huerto adulto (7-8 años) la planta restringirá considerablemente su crecimiento, limitando la producción acrecentando la alternancia productiva característica de esta especie. Invertir en preparar bien el suelo antes de plantar es clave en todas las especies frutales y el avellano europeo no es la excepción, añade.  

El motor del crecimiento

La avellana chilena tiene un destino casi exclusivo: la exportación. “Hoy el negocio se sostiene porque hay un comprador sólido como Ferrero, que paga rápido y da liquidez al productor”, comenta Ogass. Aunque no está exento de exigencias importantes, ya que la industria chocolatera exige calidad premium. Por ejemplo, explica el asesor, los avellanos “no pueden tener más de 5% de daño por chinches en la pepa ni sobre un 2% de hongos ocultos al interior de la pepa. Chile cumple, pero hay que mantener esos estándares”, advierte.

Por otro lado, nuevos actores están entrando al mercado. “Chile ya tiene volumen suficiente para atraer más compradores. En unos años, veremos más empresas interesadas”, proyecta. Esto abre oportunidades, pero también desafíos, como la alternancia productiva. En esa línea, Ogass dice que “el gran reto es lograr la estabilidad productiva como objetivo principal de los agricultores. Tenemos años de alta producción y otros bajos. Si conseguimos atenuar eso con un mejor manejo agronómico, sin culpar siempre al clima, el negocio será aún más sostenible”, señala. 

Oportunidades y recomendaciones

Para Ogass, el avellano europeo seguirá creciendo, pero con matices. “Las proyecciones son auspiciosas, pero no es un cultivo para todos. Por su mecanización y escala, suele ser más rentable para medianos y grandes productores”, dice, aunque también existen pequeños productores dedicados al cultivo.

 A los interesados en incursionar, les da un consejo: “No se lancen sin estudiar bien el suelo, el clima y por sobre todo la variedad a establecer con amplio historial productivo. Un error al elegir la zona puede arruinar la inversión. Y nunca descuiden el manejo agronómico. La poda, la fertilización y el control sanitario marcan la diferencia en un negocio próspero”. 

Con una demanda internacional en alza y condiciones naturales favorables, asegura que el avellano europeo se consolida como un pilar de la fruticultura chilena. Sin embargo, su éxito a largo plazo dependerá de cómo el sector enfrente desafíos como el cambio climático, la gestión hídrica, plagas y enfermedades. Como resume Ogass: “No basta con plantar y esperar. Hay que profesionalizar cada paso, desde el suelo hasta la poscosecha, para que Chile siga siendo líder en este mercado”.  

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Fuimos reconocidos entre las 10 empresas más felices

En Coagra celebramos con orgullo un nuevo logro: fuimos reconocidos dentro del Top 10 de las empresas más felices de Chile, de acuerdo a la Encuesta Building Happiness realizada por Buk.

Este año participaron 1.051 empresas de distintos rubros y categorías en cuatro países (Chile, Perú, Colombia y México), lo que hace aún más significativo que nuestra compañía destaque entre las organizaciones con mayor satisfacción y compromiso de sus colaboradores.

Además, nuevamente obtuvimos la Certificación Building Happiness, un sello que acredita nuestro compromiso con la construcción de culturas laborales más humanas y con la mejora continua del entorno de trabajo.

En Coagra creemos que la felicidad se construye en equipo, y este reconocimiento reafirma que poner a las personas en el centro es el camino correcto.

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Coagra comparte sus avances clave en sustentabilidad 2024

Con una mirada integral que conecta la gestión empresarial, el bienestar de las personas, la comunidad y el medio ambiente, Coagra ha dado importantes pasos en su compromiso con la sustentabilidad durante 2024.

Este video resumen, te invita a conocer los hitos más relevantes de este período, reflejando el trabajo sostenido en torno a cuatro dimensiones clave: gobernanza, trabajadores, comunidad y medio ambiente.

Excelencia en gestión y gobernanza

Por sexto año consecutivo, Coagra fue reconocida con el premio Mejores Empresas Chilenas, otorgado por Deloitte, reafirmando su compromiso con una gestión sólida, ética y orientada a largo plazo.

Bienestar, seguridad y desarrollo de las personas

En la dimensión interna, destaca el primer lugar obtenido en el ranking Building Happiness de BUK, en la categoría empresas medianas. El resultado refleja un alto nivel de satisfacción de los equipos, con un 91,78% de colaboradores que dijeron sentirse felices en su lugar de trabajo.

Durante el año, se alcanzaron 58.400 horas de capacitación, con un promedio de 153 horas por colaborador, fortaleciendo el desarrollo profesional en toda la organización.

Además, se logró una importante reducción en la tasa de accidentabilidad, alcanzando 0,27 accidentes por cada 100 trabajadores, el índice más bajo en los 62 años de historia de la empresa.

También se implementó el Proyecto de Inclusión Coagra, que permitió la incorporación de personas en situación de discapacidad a distintas áreas del equipo.

Conexión con la comunidad y compromiso con la educación

Durante 2024, se firmó una alianza con la Fundación Impulso Docente y SNA Educa, mediante el apadrinamiento del Liceo Bicentenario Agrícola Marta Martínez Cruz, en la comuna de Yerbas Buenas. Esta colaboración incluyó la realización de charlas técnicas y mentorías a proyectos estudiantiles, reforzando el vínculo entre la empresa, la educación y el desarrollo local.

En paralelo, la campaña interna “1+1: Integración a través de la inclusión” permitió aumentar en un 25% el aporte a la Fundación Teletón, reafirmando el compromiso de la compañía con la integración social.

Medio ambiente: reducción de huella y nuevas soluciones

En el plano ambiental, Coagra continúa avanzando en el cumplimiento de metas medibles. Este año logró reducir un 13% su huella de carbono, en comparación con su primera medición en 2019.

También fue reconocida nuevamente por el Ministerio del Medio Ambiente y el programa Huella Chile, al obtener el sello de cuantificación y el sello de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, gracias a iniciativas como:

  • La migración a luminarias LED, que permitió una reducción del 49% en las emisiones por iluminación.
  • La modernización de sistemas de calefacción, logrando una disminución del 61% en emisiones estacionarias.

En agosto, comenzó a operar la Planta Fotovoltaica de Energía San Vicente, que aportará 250 KW anuales al Sistema Nacional de Energía, equivalentes al consumo eléctrico de hasta 8 sucursales de Coagra, con un impacto directo en la reducción del alcance 2 de la huella de carbono.

También se ha reducido en 49% la huella hídrica, gracias a iniciativas como jardines de bajo consumo, digitalización de documentos legales y administrativos, y la implementación de un sistema de recuperación de aguas grises para riego en la administración central.

Por último, destaca la ejecución del Proyecto Zero Waste, que busca eliminar el envío de residuos a rellenos sanitarios. En 2024, se logró revalorizar el 76% de los residuos generados.

Un registro para conocer, reflexionar y seguir construyendo

En pocos minutos, el video te muestra cómo los valores y acciones concretas del trabajo diario se traducen en impactos reales y sostenibles.

Mira nuestro Reporte de Sustentabilidad 2024 aquí.

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Competitividad en cerezas: cómo responder a un consumidor chino cada vez más exigente

Con más del 90% de las exportaciones chilenas de cereza destinadas a China, Claudio Vial, gerente general de Ranco Cherries, analiza las claves comerciales y agronómicas para mantener la competitividad: fruta firme, sabor consistente y cosechas bien manejadas.

Chile es el mayor exportador mundial de cerezas en fresco, con un volumen de 643.377 toneladas enviadas durante la temporada 2024-2025, según cifras del Comité de Cerezas de Asoex. De ese total, más del 90% tuvo como destino el mercado chino, donde los consumidores valoran atributos específicos de calidad como firmeza, sabor y ausencia de defectos. Para mantener la competitividad en un entorno cada vez más exigente, Claudio Vial, gerente general de la exportadora Ranco Cherries, detalla en esta entrevista cómo están trabajando junto a sus productores para anticiparse a los desafíos de la próxima temporada.

—¿Cuáles son los atributos más valorados por los mercados de destino y cómo están cambiando los estándares de calidad?

A juicio de Vial, el principal mercado —China— define gran parte de las exigencias actuales. “El atributo más valorado es la firmeza: quieren una cereza crocante, que se sienta fresca y consistente al morder”, indica. En segundo lugar, los consumidores valoran un buen sabor y una fruta sin defectos visibles de condición.

Respecto del calibre, si bien siempre se prefiere fruta más grande, hay matices. “El calibre está relacionado con sabor y firmeza, pero no es lo más determinante. Sin embargo, con una mayor oferta global, los calibres pequeños tienden a ser castigados en precio”, explica. Esa correlación calibre–calidad obliga a planificar bien desde el huerto.

—¿Qué se anticipa para esta temporada en términos de calidad de fruta, considerando factores como horas frío, condición de llegada y logística?

El ejecutivo señala que, si bien el invierno partió con acumulación de frío deficiente, junio trajo cierta recuperación. “Es un año que podría considerarse más normal”, comenta. Otro factor relevante para esta temporada  es que el Año Nuevo Chino en 2026 será más tardío, el 17 de febrero. “Eso hace que las cosechas no sean tan aceleradas. Los productores están muy conscientes de la necesidad de regular carga para lograr fruta con buen calibre y firmeza”, agrega.

—¿Cómo se están abordando los manejos fitosanitarios en un contexto de presión por reducir costos?

Vial plantea que la eficiencia es clave, pero hay ciertos programas que no pueden ser descuidados. “En lo fitosanitario, especialmente lo relacionado con plagas, sanidad y fungicidas, no se puede bajar la guardia. Son requisitos ineludibles para exportar”, afirma. Donde sí se pueden generar ahorros, dice, es en mejorar la eficiencia de las aplicaciones y en optimizar la regulación de carga desde la poda, evitando ajustes tardíos que encarecen el proceso.

—¿Qué problemas poscosecha se observan con más frecuencia en destino y cómo pueden prevenirse desde el huerto?

El gran talón de Aquiles, según el gerente de Ranco Cherries, es la falta de firmeza. “Si la fruta no está firme, la condición en destino se ve comprometida”, afirma. Para evitarlo, se requiere una combinación de manejos: buena poda para asegurar iluminación, regulación de carga adecuada y ventilación del huerto.

También menciona diferencias por variedad. En las variedades tempranas, la condición se ve más influida por factores de primavera, como lluvias tardías en octubre o noviembre. En cambio, en las variedades de diciembre, el riesgo climático es menor y la calidad depende más de una cosecha oportuna en color y firmeza. “Cada vez se requiere más precisión en esos parámetros”, advierte.

—¿Cómo trabajan con los productores para garantizar fruta que cumpla con los requerimientos del mercado?

Desde Ranco Cherries explican que el trabajo con los productores se da de manera integral, abordando tanto aspectos técnicos como de planificación. En el plano fitosanitario, aseguran que se cumpla un programa básico orientado a cumplir las exigencias de los mercados en materia de plagas y residuos. En cuanto a poda y regulación de carga, entregan apoyo técnico con conteos de yemas y análisis detallados para orientar decisiones informadas y eficaces. Durante la cosecha, acompañan en terreno a los productores para definir los puntos óptimos de cosecha, el color adecuado y el momento más conveniente para la recolección, evitando así pérdidas por decisiones equivocadas.

—¿Qué cambios son necesarios en la producción nacional para sostener la competitividad internacional?

Vial recuerda que Chile es responsable del 97% de las exportaciones de cereza del hemisferio sur, lo que implica una gran responsabilidad. “La clave está en tener fruta firme y de buena calidad, con manejos oportunos. Eso incluye una cosecha precisa y una regulación de carga inteligente”, subraya.

También destaca un cambio en la lógica comercial: “El mercado ya no se reduce al Año Nuevo Chino. Hoy queremos que los consumidores compren cerezas todas las semanas, y para eso la experiencia de consumo debe ser excelente”.

Como ejemplo, recuerda que esta temporada, buena parte de la fruta cosechada en diciembre llegará a destino en el mes de enero, cuando todavía es muy lejano el año nuevo chino. Sólo la fruta cosechada en enero, que es una porción menor del volumen, tendrá menos  de 45 días de postcosecha para la festividad. “Eso significa que no todo será consumo de celebración: necesitamos que nuestros consumidores compren cerezas semanalmente durante toda la temporada, especialmente en el mes de enero para el peak de arribos.

—¿Qué otros mercados se están explorando, más allá de China?

Aunque el gigante asiático sigue siendo el principal destino, Ranco Cherries también trabaja con Corea, Inglaterra, Estados Unidos y países europeos. “Son mercados más lentos. En China se vende un contenedor en una hora; en Europa, puede tardar una semana”, compara.

Aun así, valora la estrategia de diversificación. “China seguirá siendo el motor del negocio, pero otros destinos cumplen un rol importante para dar estabilidad al sistema y ampliar el consumo”, concluye.

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Volver a enamorar a China: los desafíos de calidad que enfrenta la cereza chilena en 2025

Con exigencias crecientes del mercado internacional y una temporada marcada por una acumulación irregular de frío invernal, el asesor agronómico Ricardo Miño repasa las claves técnicas que permitirán mantener la calidad y competitividad del principal producto frutícola de exportación chileno.

La cereza se ha consolidado como la principal fruta de exportación de Chile, con más de 415 mil toneladas enviadas en la temporada 2023-2024, según datos de Odepa. Sin embargo, la campaña 2025 se proyecta compleja. La acumulación de horas frío ha sido irregular en gran parte del país, lo que podría comprometer el desarrollo fenológico del cultivo, afectando su calidad final. En este escenario, el rol de los asesores técnicos cobra especial relevancia. Ricardo Miño, especialista en cerezos, entrega una radiografía precisa de los factores que hoy definen la calidad exportable, las tecnologías en uso y las estrategias para no perder el sitial privilegiado que Chile ocupa en el mercado chino.

¿Cuáles son los principales factores agronómicos que definen la calidad de una cereza en el escenario actual, considerando la presión del mercado internacional?

“En el último tiempo, y en realidad desde hace bastantes años, nuestro principal mercado que es China nos exige una fruta de muy buen tamaño —idealmente sobre el calibre 28—, aunque en algunas variedades basta con calibres sobre 26, ya que genéticamente les cuesta alcanzar un mayor diámetro. En todos los casos se espera una firmeza adecuada, ojalá superior a 75 unidades de durofel, y un sabor equilibrado, con buena relación entre acidez y sólidos solubles. Además, se espera fruta con el mínimo de defectos de condición y calidad”.

En un año marcado por una acumulación irregular de horas frío en varios sectores del país, ¿Cómo afecta esto la calidad de la fruta? ¿Y qué estrategias recomiendan ustedes para mitigar este impacto desde el huerto?

“Totalmente de acuerdo: la acumulación de frío ha sido bastante irregular. Comenzamos con valores muy bajos, similares a los peores años en términos de frío invernal. Aunque hubo una recuperación tardía en las últimas semanas, creemos que ese repunte no basta para lograr una adecuada termina fisiológica.

En años de baja acumulación, se observan desórdenes en todos los procesos fenológicos: floraciones irregulares, desarrollo desigual del fruto y cosechas desuniformes, especialmente en el color. Para mitigar esto, usamos rompedores de dormancia —principalmente cianamida hidrogenada— en variedades que lo requieren, como Santina, que es especialmente sensible al déficit de frío.

También recomendamos el uso de homogenizadores para sincronizar la floración, mejorar el calibre final y lograr una cosecha más uniforme, idealmente al barrer”.

¿Qué tecnologías o manejos están usando actualmente los productores líderes en Chile para asegurar calibre, firmeza y condición en destino?

“La clave está en un adecuado ajuste de carga. Una regulación temprana permite distribuir mejor las reservas del árbol. Junto con eso, se debe evitar errores en el manejo del riego y la nutrición, y mantener un huerto sano. La calidad se construye disminuyendo al máximo cualquier fuente de estrés”.

Desde su experiencia, ¿cuáles son los errores más frecuentes que se cometen en la etapa de precosecha y que comprometen la calidad de la fruta?

“El error más común ha sido priorizar el volumen sobre la calidad. Un ajuste de carga deficiente es frecuente. Además, se cometen errores de riego —pensando erróneamente que más agua mejora el calibre— y se descuida la nutrición.

Otro punto crítico es la cosecha. Hacerla apurada y sin control repercute directamente en la poscosecha. Hoy la industria internacional exige cada vez más en términos de condición y firmeza al arribo”.

La industria internacional está cada vez más exigente en términos de condición y poscosecha. ¿Cómo se puede anticipar eso desde la planificación de huerto y la elección de variedades?

“La planificación estratégica es fundamental. Antes no se consideraban tanto las condiciones edafoclimáticas, lo cual hoy sabemos que es un error. Un mal diseño de riego o una mala elección de portainjertos puede acentuar los problemas de estrés.

También hemos aprendido que el uso de platabandas o camellones mejora notablemente el comportamiento del huerto, incluso en zonas sin napas freáticas. Esta práctica favorece el desarrollo radicular, lo que se traduce en plantas más sanas y resilientes”.

¿Qué rol cumple el riego y la nutrición en la construcción de calidad? ¿Qué prácticas están marcando la diferencia esta temporada?

“Riego y nutrición van de la mano. Son tal vez los principales talones de Aquiles de la industria. Aún no aprendemos del todo a regar cerezos: muchos huertos aplican el mismo esquema a todas las variedades, pese a que cada una tiene necesidades distintas.

Uno de los errores más costosos fue regar variedades nuevas como si fueran Santina. Hoy las tecnologías de precisión —sensores, tensiómetros, telemetría— permiten optimizar el uso del agua, ahorrar recursos y mejorar la calidad de la fruta”.

La cosecha temprana ha sido una apuesta de algunos productores de los últimos años. ¿Qué riesgo implica eso para la calidad y cómo se deben manejar?

“Es cierto, la cosecha temprana es una meta para muchos, pero requiere estar en sectores aptos o implementar tecnologías como macrotúneles o invernaderos. El mayor riesgo está en no retirar estas estructuras a tiempo, lo que puede generar fruta blanda.

Además, el manejo de riego y nutrición en estas condiciones debe ser muy preciso. Hemos visto casos de buen calibre pero firmeza insuficiente. Afortunadamente, varios productores ya han aprendido a ajustar sus prácticas, sacrificando un par de días para lograr fruta firme, sabrosa y de calidad superior”.

Mirando al futuro, ¿cómo cree usted que se va a redefinir el concepto de calidad para la cereza chilena en los próximos años y qué tan preparado está el sector para responder a esa demanda?

“Hace años que el mercado chino —nuestro principal y casi único cliente— nos exige fruta grande, firme y sabrosa. Desde 2019, las liquidaciones de calibres pequeños no cubren los costos. Ya desde 2020, solo el calibre J es rentable.

La industria necesita alinearse y avanzar en conjunto. Los productores son clave: si ellos lideran el cambio, todo será más fácil. No podemos seguir enviando fruta que el mercado no quiere. De un regalo premium, pasamos a ser algo común e incluso despreciado. Debemos reconquistar ese mercado”.

¿Qué última recomendación le daría a los productores para esta temporada?

“Lo más importante es trabajar para reducir al máximo el estrés del huerto, tanto biótico como abiótico. Todo parte por elegir bien la combinación variedad/portainjerto, y asegurar una base sólida para el desarrollo del sistema radicular.

Con un buen sustento, el árbol puede expresar todo su potencial, enferma menos y responde mejor. Es un enfoque integral que debemos seguir reforzando”.

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TURBINE® amplía su etiqueta con nuevas autorizaciones para frutales

TURBINE® es uno de los insecticidas más innovadores del portafolio Syngenta. Formulado a base de Flonicamid, un ingrediente activo de una clase química diferenciada, destaca por su exclusivo modo de acción, baja toxicidad en mamíferos, polinizadores e insectos benéficos, y un potente efecto anti-alimentario sobre plagas clave como mosquita blanca, pulgones y escamas.

Este mes, TURBINE® ha incorporado nuevas extensiones de uso en su etiqueta, ahora autorizado para diversos frutales como cítricos, carozos, nogal y avellano europeo. 

Unidos por la innovación. Queremos expresar nuestros agradecimientos a las entomólogas y entomólogos, así como a los laboratorios de monitoreo de plagas, quienes fueron clave en la introducción de esta nueva solución en el agro. Su valiosa colaboración y experiencia han sido fundamentales para este nuevo lanzamiento.

Nuevas extensiones de uso autorizadas en la etiqueta de TURBINE®:

  • Nectarino, Durazno, Ciruela, Cereza: Escama de San José (Diaspidiotus perniciosus).
  • Nogal: Escama de San José (Diaspidiotus perniciosus).
  • Avellano Europeo: Pulgón del avellano (Myzocallis corylis) y chinche del avellano (Leptoglossus chilensis).
  • Naranjo, Mandarino, Clementino, Limonero: Chanchito blanco (Pseudococcus sp.).

Para más información sobre TURBINE® y cómo puede ayudarte a proteger tus cultivos de manera eficiente y selectiva, visita:  https://www.syngenta.cl/product/crop-protection/insecticidas/turbine

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Salud mamaria y reproductiva: claves para una producción láctea sustentable

En el exigente escenario de la producción lechera, el bienestar del rebaño es un factor crítico. Dentro de este contexto, la salud mamaria y la salud reproductiva destacan como dos áreas fundamentales. Aunque suelen tratarse por separado, ambas están estrechamente interrelacionadas y comparten un punto de partida común: un animal bien nutrido, saludable y manejado con enfoque preventivo.

Para Eduardo García, especialista en calidad de leche y salud mamaria, el rendimiento de una vaca no puede entenderse solo desde la glándula mamaria. “Una vaca que cojea, que tiene problemas hepáticos o reproductivos, va a producir leche de menor calidad. Todo está conectado”, afirma.

Rolando Vidal, médico veterinario enfocado en reproducción bovina, complementa esta mirada señalando que las tasas de fertilidad y concepción dependen en gran medida del estado sanitario general del animal. “Si no existe una buena condición corporal, es muy difícil que el sistema reproductivo responda correctamente. La vaca puede estar produciendo leche, pero no necesariamente estará ovulando como debería”.

Ambos expertos coinciden en que la salud debe evaluarse desde una mirada integral, donde la nutrición, la gestión sanitaria, el manejo y la tecnología trabajan en conjunto.

Prevención: el camino más eficiente

Enfermedades como la mastitis subclínica o la endometritis postparto afectan silenciosamente la productividad. En el caso de la mastitis, se estima que provoca pérdidas globales anuales superiores a los 35 mil millones de dólares. Aunque muchas veces pasa desapercibida, sus consecuencias pueden ser graves, incluyendo reabsorciones embrionarias y disminución en la calidad composicional de la leche.

La estrategia más efectiva frente a estos desafíos es la prevención. García explica que todo comienza en la crianza, asegurando un calostro de calidad y evitando el uso de leche contaminada para las terneras. La rutina de ordeña, la limpieza del ambiente y la calibración de equipos son aspectos clave, pero ninguno de ellos compensa una mala alimentación.

Vidal, desde el ámbito reproductivo, destaca la necesidad de registros confiables, seguimiento semanal y una planificación clara. “No basta con decir que hoy salieron muchas vacas preñadas. Hay que saber con cuántas inseminaciones se logró y si los resultados son sostenibles”.

En esta línea, la incorporación de herramientas digitales ha facilitado una gestión más precisa. Hoy existen programas que permiten registrar datos desde el celular, evitando errores y acelerando la toma de decisiones. Además, dispositivos como collares de actividad, sensores de conductividad en leche o ecógrafos portátiles se han vuelto aliados habituales en predios tecnificados.

Sin embargo, ambos profesionales advierten que la tecnología solo aporta valor cuando existe un equipo capacitado para utilizarla. La falta de mano de obra calificada, especialmente entre los más jóvenes, sigue siendo un desafío transversal en el sector lechero.

La nutrición como base de todo

En ambas entrevistas, la nutrición animal aparece como un factor central y transversal. No solo incide directamente en la producción láctea, sino que determina la capacidad inmunológica del animal y su desempeño reproductivo. “El sistema inmune es altamente demandante de energía”, señala García. “Sin una dieta balanceada, no se puede responder adecuadamente frente a desafíos sanitarios”.

Micronutrientes como el zinc, cobre y selenio, además de vitaminas esenciales como la E, cumplen funciones clave como precursores de glóbulos blancos. Estos elementos fortalecen la respuesta inmunológica, en especial frente a infecciones mamarias. Vidal refuerza esta mirada desde el preparto, donde monitorear el pH ruminal es una herramienta preventiva para evitar trastornos metabólicos que luego afectan la fertilidad.

En este sentido, la asesoría especializada en nutrición animal cobra especial relevancia. Un animal que se alimenta bien, no solo produce más leche, sino que también logra mejores tasas de concepción, menor incidencia de enfermedades y, en consecuencia, una mayor vida útil dentro del sistema productivo.

La visión compartida por ambos profesionales es clara: no hay éxito posible si se trabaja de forma fragmentada. La interacción entre asesores nutricionales, veterinarios, encargados de ordeña y productores es esencial. “Las agendas individuales no sirven. El trabajo en equipo es el único camino para lograr resultados sostenibles”, concluye Vidal.

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Diego Gebauer y la historia de la lechería familiar Agrícola GK Bellavista: “Hoy la tecnología no es opcional, es una necesidad”

Con una mirada fresca, junto a su padre co-lideran una nueva etapa en el predio, ubicado en Osorno, combinando tecnología, precisión y visión emprendedora para enfrentar los desafíos actuales del rubro lechero.

En el sector La Calo Volcán, en la Región de Los Lagos, la familia Gebauer lleva décadas dedicada a la lechería. Todo comenzó con el bisabuelo de Diego Gebauer, quien inició las primeras actividades agrícolas en la zona, orientadas principalmente a la subsistencia.

Con el paso del tiempo, gracias al trabajo de su abuelo, Armin, y luego de su padre, Alberto, el predio fue especializándose hasta convertirse en una lechería consolidada y tecnificada. Hoy, es Diego quien lidera la administración de la Agrícola GK Bellavista, continuando el legado familiar con una mirada moderna y precisa.

Veterinario de profesión, Diego co-lidera la administración de la empresa junto a su padre Alberto hace algunos años, apenas finalizó sus estudios. Desde entonces, han impulsado juntos una serie de transformaciones técnicas para llevar la lechería a otro nivel.

Actualmente, la operación cuenta con unas 350 vacas en ordeña, con proyección a aumentar esa cifra a 400 en los próximos meses. Pero más allá del crecimiento en volumen, lo que define esta nueva etapa es el enfoque en la eficiencia, el bienestar animal y la toma de decisiones basada en datos concretos. “La diferencia hoy la hace la precisión. Ya no se puede trabajar al ojo, porque los márgenes son estrechos y las exigencias muchas”, explica Diego, de 30 años.

La lechería fue modernizada con equipamiento que permite medir individualmente la producción de leche por vaca, detectar tempranamente cuadros de mastitis mediante sensores de conductividad, controlar el comportamiento de cada animal a través de collares inteligentes, y registrar el peso mediante puertas separadoras automatizadas.

Toda esta información es procesada por un software que permite generar alertas en tiempo real y tomar decisiones informadas sobre la salud, el rendimiento y la alimentación del rebaño. “Antes, todas las vacas comían lo mismo, pero eso no es eficiente. Ahora podemos ajustar el concentrado según lo que realmente necesita cada una”, comenta.

Para Diego, esta tecnificación no reemplaza el rol del productor ni del equipo humano, pero sí mejora la capacidad de respuesta y reduce los errores. “El sistema funciona 24/7. Detecta cuando una vaca baja su producción, pierde peso o cambia su comportamiento, y muchas veces eso es el primer signo de que algo anda mal. Con esa información podemos actuar antes de que el problema se agrave”, explica. En un rubro donde los tiempos de reacción pueden marcar la diferencia entre rentabilidad y pérdida, este nivel de monitoreo representa una ventaja competitiva real, asegura.

Además del trabajo en la producción primaria, Diego ha impulsado un emprendimiento de productos elaborados a partir de leche A2, una variante proteica que es más digerible para muchas personas. Desde una pequeña planta produce leche A2, yogur y mantequilla.

Son productos de alta rotación, dice, que le permiten mantener una operación ágil y ajustada a su capacidad actual de almacenamiento y distribución. “Partió como un proyecto universitario, pero con el tiempo lo fui desarrollando en paralelo al trabajo en el campo. La gente busca productos diferenciados y bien hechos”, señala.

La gestión familiar también ha representado desafíos, sobre todo en la convivencia laboral con su padre. “Al principio fue difícil separar lo personal de lo profesional, sobre todo porque vivimos en el mismo campo. Pero logramos avanzar definiendo muy bien los roles y funciones de cada uno”, dice.

Su padre, que vivió una experiencia similar con su propio padre, tomó la iniciativa de dividir las áreas de responsabilidad, lo que permitió una colaboración más fluida. Hoy cada uno tiene a su cargo un equipo distinto y áreas específicas, lo que evita duplicidades y conflictos.

En cuanto al futuro del rubro, Diego se declara moderadamente optimista. Reconoce que la estabilidad económica y política de Chile, junto con la red de tratados de libre comercio, ofrecen condiciones favorables para la industria. “Mientras haya estabilidad, hay espacio para crecer. Pero hay que hacerlo con foco y eficiencia. Hoy la tecnología no es opcional, es una necesidad”, afirma.

Para él, uno de los próximos pasos clave será aplicar esta misma lógica de precisión en la gestión del suelo. Menciona el interés por trabajar con software que permitan registrar la historia productiva de cada potrero, desde siembras y fertilización hasta riegos y rotaciones, con el mismo nivel de detalle que hoy se aplica en el manejo animal.

Diego también pone énfasis en la importancia de defender el rubro frente a la creciente desinformación sobre los productos de origen animal. “Hay muchas ideas erradas circulando, y nuestro rol como productores es hacer bien las cosas, pero también saber explicarlas. No basta con trabajar bien si no lo sabemos comunicar”, sostiene.

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Papa en Chile: precios a la baja y claves para sobrevivir una temporada compleja

El mercado de la papa en Chile enfrenta un momento desafiante. Tras un período de precios excepcionalmente altos en años anteriores, la temporada 2025 ha comenzado con un abrupto descenso en los valores, tanto para productores como para consumidores. Este fenómeno, impulsado por una alta oferta simultánea de distintas zonas productoras, obliga a los agricultores a repensar sus estrategias de manejo y comercialización para sostener la rentabilidad.

Según cifras del Ministerio de Agricultura, en enero de 2025 el precio mayorista del saco de 25 kilos de papa alcanzó su mínimo en cinco años: $5.304, una caída del 25,8% respecto a diciembre de 2024. Esta baja también se reflejó en ferias libres, donde el kilo pasó de $890 a $616 en la Región Metropolitana, y en supermercados, donde descendió de $2.136 a $1.881.

Luis Miquel, gerente general del Consorcio Papa Chile, explica que esta situación era previsible: “Los precios están bajos por la alta disponibilidad de producto. Se atrasaron algunas cosechas de papa primor, que debieron salir en octubre y lo hicieron recién a fines de noviembre. Esa producción coincidió con la primera papa de guarda, lo que generó una sobreoferta”.

Esta coincidencia no solo ha saturado el mercado, sino que además ocurrió en un contexto de buena producción. “El primor fue muy generoso”, indica Miquel. “Y eso siempre es así: cuando hay mucha papa en el mercado, los precios bajan”.

En cuanto a los valores actuales, el ejecutivo señala que “hay papas que se están vendiendo entre 4.000 y 7.000 pesos, dependiendo si están seleccionadas o se comercializan directamente por camión”.

¿Qué hacer ante este escenario?

La recomendación principal de Miquel es cautela. “Los productores que pueden guardar, están guardando. Pero los compradores lo saben y ofrecen lo menos posible. No va a ser una temporada de precios altos como las que vimos antes. A partir de junio o julio podríamos empezar a ver un precio más razonable, que al menos permita cubrir los costos, porque hoy muchos no lo están logrando”.

Uno de los fenómenos que distorsionan el mercado, añade, es la participación de nuevos actores sin experiencia en el rubro. “Vemos a gente que no es productora habitual de papas, que se entusiasma cuando hay buenos precios y planta papas. Pero muchas veces lo hacen con costos más altos que los agricultores profesionales y terminan vendiendo por debajo de su costo. Eso distorsiona y perjudica a todos”.

Tecnología y eficiencia como salvavidas

Desde el ámbito técnico, el asesor agronómico Víctor San Martín sostiene que la única forma de enfrentar una temporada de bajos precios es mejorar los rendimientos. “Tener un costo productivo menor solo se logra con mayor productividad. Antes un agricultor con buen nivel tecnológico producía unas 50 o 55 toneladas por hectárea; hoy, si haces todo bien, puedes alcanzar las 70 toneladas. La diferencia es brutal”.

El especialista insiste en que se debe evitar ampliar la superficie de siembra como respuesta al entusiasmo por los precios del año anterior. “Nunca hay que duplicar superficie. Si haces 20 hectáreas, mantén ese número. Si todos duplican, la sobreoferta se vuelve insostenible y nos ponemos la trampa solos”.

San Martín también enfatiza la importancia del establecimiento del cultivo. “Hay que asegurar que las 50 mil plantas por hectárea realmente emerjan. Para eso es clave la desinfección del suelo, el análisis y una buena fertilización, ajustada por un especialista. Después, hay que proteger ese cultivo con un buen programa fitosanitario. Hoy no solo enfrentamos tizón, también alternarias, botritis y estrés por temperaturas extremas”.

Cosechar en el momento justo

Otra clave está en el momento de la cosecha, ya que incide directamente en la calidad del producto y su valor comercial. “Cuando ya tenemos una cantidad de tubérculos que alcanzan buen calibre, es mejor cortar el riego, desecar el follaje y esperar. Así se logra una piel más firme, ideal para papa lavada, que en un año normal tiene mejor precio”, explica San Martín.

La calidad de la piel y el tamaño promedio de los tubérculos son esenciales para acceder a mercados más exigentes. “Queremos que las papas estén en promedio entre 210 y 230 gramos. Si superamos eso, el mercado no las quiere”.

Respecto a las variedades, el asesor afirma que en años como este la diversificación puede no marcar una gran diferencia, pero sí hay que tener cuidado con variedades poco demandadas. “Hay papas que en un año normal se venden sin problemas, pero en un año malo no las quiere nadie. Asterix, Rossi y Rodeo son variedades que toleran bien el lavado, lo cual les da una ventaja”.

Finalmente, recalca que la información es poder. “Siempre hay que estar al día con las innovaciones, con la investigación. La papa responde muy bien al uso de tecnología, así que todo lo nuevo que se haga bien, es bienvenido”.

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