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Jaime Heinrich Commentz: “El sur de Chile tiene todo para consolidarse como motor lechero de las próximas décadas”

Con más de un siglo de tradición familiar en la lechería, lidera su predio en Los Ríos y, además, preside Aproval. Desde ese doble rol, impulsa una mirada optimista y de futuro para el sector, en la que la asociatividad, la innovación tecnológica y la sostenibilidad son caminos concretos de desarrollo.

Lleva más de veinte años dedicado a la producción de leche en la Región de Los Ríos. Jaime Heinrich Commentz es la tercera generación de una familia ligada al rubro desde inicios del siglo XX. Hoy combina ese rol de productor —que comparte día a día con su esposa y en el que también participan sus hijos— con la presidencia de Aproval, gremio que reúne a los lecheros de la región. Desde ahí impulsa una visión de futuro, convencido de que la lechería chilena tiene condiciones únicas para proyectarse con fuerza en las próximas décadas.

—Partió en la lechería en el 2000. ¿Cómo ve hoy el panorama del sector, tanto en Los Ríos como a nivel nacional?
“Lo veo positivo. Si uno revisa los números de los centros de gestión, la mayoría de los productores está con márgenes operacionales, y eso es una señal de que el negocio funciona. Obviamente, no todos están en la misma situación, pero las proyecciones de precio acompañan y, al menos en el corto plazo, se ven estables. Además, el consumo de lácteos en el mundo está creciendo. En la Unión Europea y otros mercados maduros hay restricciones ambientales que limitan la producción, lo que abre espacios para países como Chile, que tiene ventajas naturales en clima, pluviometría y sanidad animal”.

—¿Qué rol juega la asociatividad en este escenario?
“En la Región de Los Ríos casi el 90% de la leche ya se produce y procesa al alero de una cooperativa, por lo tanto la asociatividad es parte de nuestra identidad. Desde Aproval no estamos en la tarea de crear nuevas unidades productivas de carácter cooperativo, sino de apoyar lo que existe: representar a los productores, promover el consumo y articularnos con la industria y las instituciones públicas. La asociatividad ha sido una palanca para inversiones de largo plazo, mejores precios de insumos y acceso a tecnologías, y eso explica parte del dinamismo que tiene esta región frente a otras zonas del país”.

—Hablando de tecnología, usted ha puesto bastante énfasis en validar innovaciones productivas. ¿Qué ejemplos destacaría?
“Un caso concreto es el riego. Hace unos años muchos decían que en Los Ríos no era necesario, o que la energía que se requería lo hacía poco rentable. Como gremio hicimos un proyecto de cinco temporadas donde medimos en campo los resultados. La conclusión fue clara: el riego es rentable, permite aumentar productividad. Con esos datos en mano logramos que más productores se convencieran y que la Comisión Nacional de Riego apoyara proyectos en la zona. Hoy estamos en otra conversación: inteligencia artificial, robótica en el ordeño y sensores para medir diversos aspectos del proceso productivo que ayudan en la gestión general de la empresa. Quizás aún no son masivos, pero están a la vuelta de la esquina y debemos prepararnos”.

—Uno de los problemas históricos de la lechería ha sido la mano de obra. ¿Cómo lo han abordado?
“Es cierto, cada vez cuesta más atraer y retener trabajadores, porque las nuevas generaciones tienen otras expectativas. En Aproval venimos ocupándonos de este tema hace mucho tiempo e incluso una docena de asociados acaba de terminar el primer año de ejecución de un proyecto apoyado por Corfo que les permitió constituirse como Grupo de Transferencia Tecnológica (GTT), a través del cual se reúnen mensualmente para abordar temáticas para mejorar la gestión de personas en sus lecherías. Este grupo es un resultado concreto de un diagnóstico que realizamos al respecto y que también nos arrojó algunas conclusiones importantes, como la necesidad de mirar el entorno laboral femenino o personas que nunca han tenido vinculación con el agro, como nuevas opciones para incorporar capacidades para el sector.

Adicionalmente, este estudio nos mostró algo muy sencillo pero revelador: para muchos ordeñadores el “turno cortado” les incomoda porque quedan con “horas muertas” en la mitad del día, donde no alcanzan a hacer mucho. Buscar alternativas a esta modalidad histórica de organizar la ordeña es un gran desafío, pero puede ser una gran oportunidad para captar nuevos trabajadores para esta función. Cada vez tendremos que ir pensando mucho más en medidas que impacten favorablemente en la calidad de vida del trabajador y, en consecuencia, en la estabilidad de los equipos”.

—En sustentabilidad, ¿qué avances destacaría?
“Decidimos adelantarnos a la presión de los consumidores y la industria, y bajo el alero del Consorcio Lechero adaptamos un programa de sustentabilidad a la realidad chilena. Hoy ya tenemos cerca del 25% de la leche regional certificada, y esperamos poder llegar al 30% bajo este estándar hacia fines de este año. Eso incluye manejo de bosques en los predios, eficiencia en el uso del agua, bienestar animal, reducción de la huella de carbono y vinculación con el entorno. Como gremio creemos que no se trata solo de cumplir con exigencias externas, sino de hacer más sustentable nuestro negocio para las próximas generaciones”.

—Otro reto clave es el recambio generacional. ¿Cómo lo están enfrentando?
“Hace tres años creamos el Área Jóvenes de Aproval, que partió con diez hijos de productores y hoy ya son veinte. Ellos funcionan con actividades mensuales y bajo una modalidad muy parecida a la que tienen los Grupos GTT: visitan predios propios y de terceros, comparten experiencias y visitan empresas e instituciones del sector. En 2023 participaron actívamente en el 5° Encuentro Panamericano de Jóvenes Lecheros organizado por Fepale, en Paraguay, y durante septiembre un grupo asistirá a la 6ª versión en Costa Rica. En abril pasado realizaron una interesante gira tecnológica a Irlanda y Países Bajos.

Estas actividades generan comunidad y entusiasmo. Para que un joven decida quedarse en la lechería, la empresa tiene que ser atractiva: profesionalizada, con posibilidades de crecer, con tecnologías modernas. En mi caso, incorporamos robots de ordeño y eso entusiasmó a uno de mis hijos que estudia Física, que ahora quiere aprender de su funcionamiento. Ese tipo de innovaciones generan un vínculo nuevo con el campo”.

—Frente al auge de las bebidas vegetales, ¿cómo proyecta la demanda de lácteos en el futuro?
“La demanda por lácteos sigue creciendo tanto en Chile como en el mundo. Las bebidas vegetales tuvieron un boom hace algunos años, pero hoy están planas e incluso bajando. Nosotros no estamos en contra de que existan, lo que pedimos es que no se vendan como “leche”. Como Aproval logramos que en Chile se etiqueten como “bebidas vegetales” y eso fue un tremendo logro para el sector porque conseguimos, con el respaldo de la normativa vigente, marcar la diferencia evidente que existe entre la leche y estos productos de origen vegetal. El desafío es seguir promoviendo el consumo con respaldo científico, mostrando que la leche es un alimento completo, asociado a salud, nutrición y bienestar”.

—Si mira hacia diez o veinte años, ¿qué características debería tener la lechería chilena para consolidarse?
“El sur de Chile tiene todo para consolidarse como motor lechero de las próximas décadas. Tenemos suelos, clima, sanidad animal y productores con capacidad de inversión. Si incorporamos mayor superficie de riego, el potencial de crecimiento es enorme. Hoy tenemos un 5%  más de volumen que hace diez años, pero además con una mejora significativa en la calidad de la leche. Podemos proyectar un sector competitivo a nivel global y un aporte fundamental al desarrollo regional. En Aproval siempre hemos tratado de ver la lechería con optimismo. Si algo no resulta, hay que meterle números, tecnología y análisis. Esa es la actitud que nos permitirá proyectar este rubro hacia el futuro”.

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Nutrición de precisión: claves para una lechería eficiente y sustentable

Álvaro Morales, académico de la Universidad Austral, explica cómo enfrentar la transición invierno–primavera y los desafíos de la alimentación en sistemas pastoriles.

En la producción lechera, la nutrición animal no solo representa el principal costo del sistema, sino que también es el eje que conecta productividad, eficiencia, salud, reproducción y sostenibilidad. Así lo plantea Álvaro Morales, académico del Instituto de Ciencia Animal de la Facultad de Ciencias Veterinarias en la Universidad Austral de Chile y coordinador del Dairy Club UACh, quien se ha especializado en nutrición de precisión aplicada a sistemas pastoriles. Su trabajo integra fisiología, genética, modelamiento y ciencia de datos para diseñar estrategias que mejoran la eficiencia y el bienestar de los animales, a la vez que reducen el impacto ambiental.

En esta conversación, Morales aborda los desafíos de la transición de invierno a primavera en el manejo nutricional de vacas lecheras, los riesgos metabólicos más comunes y el papel de la ciencia de datos en la prevención de desbalances. También comparte su visión sobre la formación de los futuros veterinarios y las proyecciones de la nutrición de precisión en Chile.

–¿Qué lo motivó a dedicarse al área de nutrición de bovinos en el contexto de la producción lechera?
“La nutrición siempre me pareció estratégica dentro de la producción animal, no solo porque es el principal costo, sino porque impacta directamente en la producción, eficiencia, salud, reproducción, bienestar e incluso en el medioambiente. Eso la convierte en un desafío apasionante que exige preparación y una mirada integrada. En Chile, la formación suele centrarse en el uso de alimentos, pero con menor énfasis en la comprensión de los requerimientos nutricionales desde un enfoque cuantitativo y local. Eso me impulsó a profundizar y, con el tiempo, integrar herramientas como fisiología, genética, modelamiento y análisis de datos, que hoy conforman la nutrición de precisión”.

–Su doctorado se enfocó en modelos matemáticos de requerimientos nutricionales. ¿Cómo estas herramientas apoyan la nutrición de precisión?
“Los modelos permiten integrar información sobre dieta, funcionamiento animal y manejo, para predecir cómo se usarán los nutrientes en distintas condiciones. A diferencia de trabajar con promedios o tablas extranjeras, ayudan a representar mejor la realidad local, anticipar desbalances e identificar áreas de mejora. En sistemas pastoriles, donde la calidad de la pradera cambia constantemente, son muy útiles para simular escenarios, ajustar dietas y tomar decisiones con respaldo técnico”.

–¿Qué beneficios observa al aplicar un enfoque de precisión en la alimentación?
“Mejora la eficiencia al ajustar nutrientes a lo que realmente necesita el animal, reduciendo costos por uso óptimo de suplementos. También disminuye el impacto ambiental al reducir la excreción de nitrógeno y emisiones de metano. Y mejora el bienestar animal, al prevenir problemas como cetosis, acidosis o hipocalcemia, lo que se traduce en vacas más sanas y longevas”.

–Con mayor disponibilidad de pasto fresco en primavera, ¿qué ajustes recomienda en la dieta?
“La pradera primaveral es rica en proteína soluble y baja en fibra efectiva, lo que genera desbalances y mayor riesgo de ineficiencia y problemas ruminales. Se recomienda complementar con fuentes de energía (almidones, fibra soluble, azúcares) y fibra efectiva de buena calidad, además de limitar parcialmente el acceso a pradera para permitir inclusión de suplementos. El desafío es transformar esa proteína soluble en producción, no en pérdidas”.

–¿Qué riesgos metabólicos son más frecuentes en esta época y cómo prevenirlos?
“Destacan la acidosis subclínica, la hipocalcemia y la cetosis. La primera se previene con fibra de buena calidad, adaptación gradual a suplementos y, en algunos casos, buffers. La hipocalcemia requiere un manejo de preparto adecuado y un suministro mineral correcto en posparto. La cetosis se previene controlando la condición corporal al parto y asegurando fuentes de energía al inicio de la lactancia”.

–¿Qué rol cumplen los buffers en dietas con alto contenido de forraje fresco?
“Pueden apoyar la estabilidad del ambiente ruminal, pero no reemplazan una formulación adecuada. Su uso debe evaluarse caso a caso, considerando riesgos reales y efectos en indicadores productivos o de comportamiento. La clave sigue siendo la fibra efectiva y el equilibrio entre nutrientes”.

–¿Cómo ayudan los datos y el modelamiento a anticiparse a estos desbalances?
“Permiten simular escenarios, estimar requerimientos y proyectar respuestas con mayor precisión. Facilitan evaluar la sincronía entre proteína y energía, ajustar dietas según la etapa de la vaca y monitorear indicadores como grasa en leche, MUN, BHB o NEFA. No sustituyen la observación en terreno, pero complementan el conocimiento con decisiones más precisas”.

–¿Cómo nació el Dairy Club y qué aporta en la formación de estudiantes?
Surgió en 2023 junto a mis tesistas, inspirado en experiencias internacionales. Busca complementar la formación tradicional con charlas, congresos, proyectos y visitas a predios. Su objetivo es fortalecer el interés por el rubro, generar redes y acercar a los estudiantes a la realidad de la producción lechera moderna”.

–¿Por qué es clave que los futuros veterinarios apliquen nutrición de precisión en terreno?
“Porque no es una disciplina aislada. Ya muchos predios han alcanzado altos niveles de productividad y avanzar requiere afinar decisiones con criterios ajustados a cada sistema. Eso demanda veterinarios capaces de usar herramientas tecnológicas, interpretar datos y aplicar estrategias adaptadas”.

–¿Qué competencias necesitan los estudiantes para enfrentar una lechería más tecnológica y sustentable?
“Además de una sólida base técnica, deben manejar softwares, interpretar datos e indicadores, y adaptarse a nuevas tecnologías como sensores o plataformas de gestión. También requieren pensamiento crítico y capacidad diagnóstica, ya que no basta aplicar recetas: cada sistema tiene sus particularidades”.

–¿Qué avances marcarán la nutrición de precisión en la lechería chilena en los próximos años?
“La integración de información en terreno con plataformas digitales y modelos adaptados a condiciones locales. Se pasará de un manejo grupal a uno más individual, incorporando variables productivas, económicas, de salud y ambientales, como eficiencia en el uso del nitrógeno y huella de carbono”.

–Para cerrar, ¿qué mensaje entregaría a productores y estudiantes sobre la importancia de adoptar una mirada científica y de precisión?
“La precisión no reemplaza la experiencia, la potencia. Para los productores, sistematizar datos permite dimensionar el impacto real de las decisiones y detectar oportunidades de mejora. Para los estudiantes, especializarse en lechería de precisión es una ventaja competitiva, pues aún son pocos los profesionales capacitados en esta área”.

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Del Excel a la calicata: el camino de Tomás Viñuela en el rubro del avellano europeo

Desde la Región de Ñuble, un ingeniero comercial dejó las finanzas para emprender en el agro. Ocho años después, lidera un proyecto que mezcla tecnología, observación y trabajo bien hecho desde el suelo hasta la cosecha, donde ha sido apoyado técnicamente con el Centro de Gestión de Avellanos de Coagra.

Desde las pantallas de Bloomberg y los vaivenes de la bolsa, hasta los suelos profundos de El Carmen y Pemuco. Así ha sido el recorrido de Tomás Viñuela (36), ingeniero comercial, quien decidió dejar Santiago y su carrera en inversiones para iniciar un proyecto agrícola familiar en la Región de Ñuble. Hoy, con ocho años de experiencia en el cultivo del avellano europeo, lidera un campo que combina tecnología, observación en terreno y visión de largo plazo.

“Al principio, pensé que esto se podía hacer desde Santiago. Pero mi papá me dijo: ‘estás loco, mejor vente conmigo y lo hacemos juntos’”, recuerda entre risas.

A diferencia de lo que muchos podrían pensar, ni Tomás ni su padre provenían del mundo agrícola. Su papá —ingeniero civil y completamente ajeno al campo— llegó casi por casualidad, luego de desarrollar un predio que inicialmente destinó a uso forestal, pero del cual terminó utilizando una parte para siembras. “Yo iba algunos veranos, pero nada más. Estudié Ingeniería Comercial, hice un máster en Finanzas y trabajaba en la administración de fondos, bonos, acciones… hasta que decidí cambiar de rumbo”, cuenta.

Su búsqueda tenía una raíz más profunda: “Quería dedicarme a algo tangible, que no dependiera solo de una pantalla. Pensé en comprar un terreno para plantar avellanos. Tenía un amigo que hablaba del negocio, y el modelo me hacía sentido”.

Fue en 2017 cuando tomó la decisión y, tras un año de preparación, dejó Santiago. “Ese año mi papá ya se estaba metiendo en los frutales, avellanos y arándanos. Yo partí sin saber la diferencia entre un herbicida y un fungicida. Tuve que aprender desde cero: escuchar, observar, leer, equivocarme. El campo te enseña si sabes mirar con atención, y hay mucha gente dispuesta a compartir lo que sabe”, asegura.

Aprendizaje en terreno: “la clave es mirar con atención”

En esos primeros años, la falta de información práctica fue uno de los grandes desafíos. “Había un manual, pero era muy general. Todo era prueba y error. Algunos errores se pagaban caros, pero se aprendía rápido”, dice.

Su enfoque, poco a poco, se volvió más estructurado: “Así como en finanzas uno mira ciertos puntos clave en un balance, en el campo también hay que definir criterios base: si miras todo, te vuelves loco. Nosotros priorizamos el riego, la sanidad del huerto y el manejo del suelo. La fertilización vino después”.

Entre los aprendizajes más importantes, Tomás destaca el riego. “Fue el primer error que corregimos y marcó una diferencia. Hoy usamos sondas, sensores y calicatas para definir nuestra estrategia. Sin eso, no funciona nada más”.

También ha incorporado herramientas como análisis foliar, de suelo y de arginina. “Con eso ajustamos la fertilización y monitoreamos la reserva del árbol al final de temporada. En lo fitosanitario, aprendimos a identificar los momentos clave. No se trata de fumigar todo el año, sino de usar los recursos cuando hay más presión de enfermedades, como la xanthomona”.

En cuanto a plagas, es enfático: “El chinche es lejos el más complicado, el que más puede impactar económicamente. Luego vienen los burritos, la arañita y, más marginalmente, el pulgón”.

¿Y por qué no cerezas?

Con el boom de las cerezas, la elección por los avellanos podría parecer poco convencional. Pero para Tomás y su padre, fue una decisión estratégica.

“En la zona donde estamos, íbamos a estar al final de la curva de oferta de cereza. Más riesgo de lluvias tardías, menos competitivos. En cambio, en el avellano, aunque no seamos la zona top, como país somos tres veces más productivos que Turquía. El modelo es más defensivo y sostenible”, explica.

Además, resalta que es un mercado con mayor diversificación. “Aunque Ferrero Rocher sea un gran comprador, no es el único. Hay otros dispuestos a pagar bien porque nuestra calidad es superior. Y eso te da margen”, señala.

Cambio de vida, cambio de ritmo

El salto desde la capital a Ñuble no fue solo profesional, sino también vital. Tomás y su pareja —hoy su esposa— primero se instalaron en Concepción, ciudad intermedia que les permitía cierta comodidad. “Ella es de allá y tenía su trabajo familiar, así que yo me hacía cargo del viaje. Eran mínimo 300 kilómetros diarios, pero estaba convencido del proyecto”, relata.

Hoy viven en Chillán, más cerca del campo y de una vida que va de la mano con los ciclos de la tierra: “Al principio fue duro el cambio. Almorzaba con mis papás todos los días, así que comía rico y abundante, pero a veces los problemas del campo se colaban en la mesa. No siempre se digieren tan bien. Pero también fue un periodo de conocernos más, en distintas circunstancias, de formar lazos distintos”.

Durante los primeros años, trabajó codo a codo con su padre. “Al comienzo fue desafiante. Se mezclan cosas, personalidades. Pero también aprendí mucho. Me daba suficiente responsabilidad para percibir los logros y aprender de los errores, y con el tiempo ambos aportamos desde nuestra mirada”, dice.

“También hay un cambio generacional inevitable. Antes, estar presente físicamente en el campo era todo. Pero hoy hay tecnología que permite hacer las cosas distinto, o al menos usar el tiempo de distintas maneras”, agrega.

Entre los cambios que introdujo inicialmente, destaca la digitalización de los pagos y el uso de GPS en tractores. “Cuando llegué, lo común era que los sueldos se pagaran en efectivo, en sobres, un cacho. Lo primero que hice fue automatizarlo. Más seguro, más eficiente. Aunque sí, más impersonal”, cuenta.

Después de trabajar 5 años juntos, su padre decidió retirarse del negocio. “Me arrienda el campo y yo gestiono todo. Es un rubro que te exige mucha dedicación y tiempo y él quería usarlo en otras cosas”, comenta Tomás.

Hacer las cosas bien, desde el principio

Uno de los aprendizajes que más valora del trabajo con avellanos es el enfoque en la calidad desde el inicio. “Si partes mal, lo pagas después. Por eso, invertimos en buena preparación de suelo, buenas plantas, buen riego y manejo sanitario. La fertilización es lo último.”, insiste.

También pone énfasis en la gestión de personas. “El equipo es clave. Hay que darles estructura, desafíos, incentivos. Que se sientan parte. En el campo, si el equipo técnico no está comprometido, el resultado no llega”, suma.

Aunque el mundo agrícola se ha vuelto más atractivo para las nuevas generaciones con la incorporación de las tecnologías, aún no es una elección común: “De mis amigos de Santiago, ninguno se metió al agro. De los amigos de Chillán, principalmente los que estudiaron cosas relacionadas a esto”.

¿Y el futuro del avellano?

Tomás ve un futuro prometedor para el cultivo en Chile, pero con matices. “Decir que no debe crecer me parece difícil, es mejor dejar al mercado en acción, que crezca todo lo que tenga que crecer, después se regulará solo. Bajarán las rentabilidades, pero se estabilizarán, y ahí se mantendrán quienes lo hagan bien y de forma eficiente”, reconoce.

Para él, la clave está en profesionalizar el rubro, compartir aprendizajes y no repetir errores del pasado. “Esto no es un Excel solamente. Es campo, es gente, es manejo, es mirada. Y sobre todo, es aprender a mirar con atención”.

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Avellano europeo: las claves para mantener las altas proyecciones del cultivo

Impulsado por la demanda internacional y el respaldo de grandes compradores, el fruto seco se ha expandido con fuerza en el sur de Chile. Su crecimiento, sin embargo, exige planificación, manejo técnico y una mirada de largo plazo, señala experto asesor.

En la última década, el avellano europeo ha emergido como uno de los cultivos más dinámicos de la agricultura chilena. Según cifras de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa), la superficie plantada se ha multiplicado por seis, pasando de 5.000 hectáreas en 2010 a más de 30.000 en 2023. Se estima que actualmente existen alrededor de 50 mil hectáreas plantadas, con un aumento anual de aproximadamente 3 mil hectáreas.

Este boom no es casualidad: como explica Khristopher Ogass, asesor de avellanos del Centro de Gestión Frutícola de Ñuble en Coagra, “ha sido un crecimiento sostenido, impulsado por buenos rendimientos, precios y la ventaja de ser un cultivo mecanizable que requiere menos mano de obra que otros frutales”.

Chile ha encontrado en las regiones del Maule al sur las condiciones ideales para este cultivo. “Desde el Maule hasta Los Lagos, los rendimientos por hectárea han aumentado gracias a mejoras en el manejo agronómico”, destaca Ogass. Sin embargo, advierte que no todas las zonas son iguales. “Las áreas entre Bío Bío y Los Ángeles destacan por combinar buen clima y suelos con buena aptitud. En Maule, en cambio, a veces el suelo limita el potencial, y más al sur, aunque los suelos son los apropiados, el clima primaveral de menor acumulación térmica puede afectar la producción”.

En este sentido, el clima juega un papel crítico. “El límite norte es el Maule, debido a los requerimientos de frío para el inicio de su desarrollo y hacia el sur, las heladas primaverales (octubre-noviembre) son un riesgo grave. Hay que elegir zonas con historial climático estable”, enfatiza el experto. Sobre el suelo, sostiene que “es preferible al menos 80 cm de profundidad efectiva, sin limitaciones, ya que un huerto adulto (7-8 años) la planta restringirá considerablemente su crecimiento, limitando la producción acrecentando la alternancia productiva característica de esta especie. Invertir en preparar bien el suelo antes de plantar es clave en todas las especies frutales y el avellano europeo no es la excepción, añade.  

El motor del crecimiento

La avellana chilena tiene un destino casi exclusivo: la exportación. “Hoy el negocio se sostiene porque hay un comprador sólido como Ferrero, que paga rápido y da liquidez al productor”, comenta Ogass. Aunque no está exento de exigencias importantes, ya que la industria chocolatera exige calidad premium. Por ejemplo, explica el asesor, los avellanos “no pueden tener más de 5% de daño por chinches en la pepa ni sobre un 2% de hongos ocultos al interior de la pepa. Chile cumple, pero hay que mantener esos estándares”, advierte.

Por otro lado, nuevos actores están entrando al mercado. “Chile ya tiene volumen suficiente para atraer más compradores. En unos años, veremos más empresas interesadas”, proyecta. Esto abre oportunidades, pero también desafíos, como la alternancia productiva. En esa línea, Ogass dice que “el gran reto es lograr la estabilidad productiva como objetivo principal de los agricultores. Tenemos años de alta producción y otros bajos. Si conseguimos atenuar eso con un mejor manejo agronómico, sin culpar siempre al clima, el negocio será aún más sostenible”, señala. 

Oportunidades y recomendaciones

Para Ogass, el avellano europeo seguirá creciendo, pero con matices. “Las proyecciones son auspiciosas, pero no es un cultivo para todos. Por su mecanización y escala, suele ser más rentable para medianos y grandes productores”, dice, aunque también existen pequeños productores dedicados al cultivo.

 A los interesados en incursionar, les da un consejo: “No se lancen sin estudiar bien el suelo, el clima y por sobre todo la variedad a establecer con amplio historial productivo. Un error al elegir la zona puede arruinar la inversión. Y nunca descuiden el manejo agronómico. La poda, la fertilización y el control sanitario marcan la diferencia en un negocio próspero”. 

Con una demanda internacional en alza y condiciones naturales favorables, asegura que el avellano europeo se consolida como un pilar de la fruticultura chilena. Sin embargo, su éxito a largo plazo dependerá de cómo el sector enfrente desafíos como el cambio climático, la gestión hídrica, plagas y enfermedades. Como resume Ogass: “No basta con plantar y esperar. Hay que profesionalizar cada paso, desde el suelo hasta la poscosecha, para que Chile siga siendo líder en este mercado”.  

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Fuimos reconocidos entre las 10 empresas más felices

En Coagra celebramos con orgullo un nuevo logro: fuimos reconocidos dentro del Top 10 de las empresas más felices de Chile, de acuerdo a la Encuesta Building Happiness realizada por Buk.

Este año participaron 1.051 empresas de distintos rubros y categorías en cuatro países (Chile, Perú, Colombia y México), lo que hace aún más significativo que nuestra compañía destaque entre las organizaciones con mayor satisfacción y compromiso de sus colaboradores.

Además, nuevamente obtuvimos la Certificación Building Happiness, un sello que acredita nuestro compromiso con la construcción de culturas laborales más humanas y con la mejora continua del entorno de trabajo.

En Coagra creemos que la felicidad se construye en equipo, y este reconocimiento reafirma que poner a las personas en el centro es el camino correcto.

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Coagra comparte sus avances clave en sustentabilidad 2024

Con una mirada integral que conecta la gestión empresarial, el bienestar de las personas, la comunidad y el medio ambiente, Coagra ha dado importantes pasos en su compromiso con la sustentabilidad durante 2024.

Este video resumen, te invita a conocer los hitos más relevantes de este período, reflejando el trabajo sostenido en torno a cuatro dimensiones clave: gobernanza, trabajadores, comunidad y medio ambiente.

Excelencia en gestión y gobernanza

Por sexto año consecutivo, Coagra fue reconocida con el premio Mejores Empresas Chilenas, otorgado por Deloitte, reafirmando su compromiso con una gestión sólida, ética y orientada a largo plazo.

Bienestar, seguridad y desarrollo de las personas

En la dimensión interna, destaca el primer lugar obtenido en el ranking Building Happiness de BUK, en la categoría empresas medianas. El resultado refleja un alto nivel de satisfacción de los equipos, con un 91,78% de colaboradores que dijeron sentirse felices en su lugar de trabajo.

Durante el año, se alcanzaron 58.400 horas de capacitación, con un promedio de 153 horas por colaborador, fortaleciendo el desarrollo profesional en toda la organización.

Además, se logró una importante reducción en la tasa de accidentabilidad, alcanzando 0,27 accidentes por cada 100 trabajadores, el índice más bajo en los 62 años de historia de la empresa.

También se implementó el Proyecto de Inclusión Coagra, que permitió la incorporación de personas en situación de discapacidad a distintas áreas del equipo.

Conexión con la comunidad y compromiso con la educación

Durante 2024, se firmó una alianza con la Fundación Impulso Docente y SNA Educa, mediante el apadrinamiento del Liceo Bicentenario Agrícola Marta Martínez Cruz, en la comuna de Yerbas Buenas. Esta colaboración incluyó la realización de charlas técnicas y mentorías a proyectos estudiantiles, reforzando el vínculo entre la empresa, la educación y el desarrollo local.

En paralelo, la campaña interna “1+1: Integración a través de la inclusión” permitió aumentar en un 25% el aporte a la Fundación Teletón, reafirmando el compromiso de la compañía con la integración social.

Medio ambiente: reducción de huella y nuevas soluciones

En el plano ambiental, Coagra continúa avanzando en el cumplimiento de metas medibles. Este año logró reducir un 13% su huella de carbono, en comparación con su primera medición en 2019.

También fue reconocida nuevamente por el Ministerio del Medio Ambiente y el programa Huella Chile, al obtener el sello de cuantificación y el sello de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, gracias a iniciativas como:

  • La migración a luminarias LED, que permitió una reducción del 49% en las emisiones por iluminación.
  • La modernización de sistemas de calefacción, logrando una disminución del 61% en emisiones estacionarias.

En agosto, comenzó a operar la Planta Fotovoltaica de Energía San Vicente, que aportará 250 KW anuales al Sistema Nacional de Energía, equivalentes al consumo eléctrico de hasta 8 sucursales de Coagra, con un impacto directo en la reducción del alcance 2 de la huella de carbono.

También se ha reducido en 49% la huella hídrica, gracias a iniciativas como jardines de bajo consumo, digitalización de documentos legales y administrativos, y la implementación de un sistema de recuperación de aguas grises para riego en la administración central.

Por último, destaca la ejecución del Proyecto Zero Waste, que busca eliminar el envío de residuos a rellenos sanitarios. En 2024, se logró revalorizar el 76% de los residuos generados.

Un registro para conocer, reflexionar y seguir construyendo

En pocos minutos, el video te muestra cómo los valores y acciones concretas del trabajo diario se traducen en impactos reales y sostenibles.

Mira nuestro Reporte de Sustentabilidad 2024 aquí.

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Competitividad en cerezas: cómo responder a un consumidor chino cada vez más exigente

Con más del 90% de las exportaciones chilenas de cereza destinadas a China, Claudio Vial, gerente general de Ranco Cherries, analiza las claves comerciales y agronómicas para mantener la competitividad: fruta firme, sabor consistente y cosechas bien manejadas.

Chile es el mayor exportador mundial de cerezas en fresco, con un volumen de 643.377 toneladas enviadas durante la temporada 2024-2025, según cifras del Comité de Cerezas de Asoex. De ese total, más del 90% tuvo como destino el mercado chino, donde los consumidores valoran atributos específicos de calidad como firmeza, sabor y ausencia de defectos. Para mantener la competitividad en un entorno cada vez más exigente, Claudio Vial, gerente general de la exportadora Ranco Cherries, detalla en esta entrevista cómo están trabajando junto a sus productores para anticiparse a los desafíos de la próxima temporada.

—¿Cuáles son los atributos más valorados por los mercados de destino y cómo están cambiando los estándares de calidad?

A juicio de Vial, el principal mercado —China— define gran parte de las exigencias actuales. “El atributo más valorado es la firmeza: quieren una cereza crocante, que se sienta fresca y consistente al morder”, indica. En segundo lugar, los consumidores valoran un buen sabor y una fruta sin defectos visibles de condición.

Respecto del calibre, si bien siempre se prefiere fruta más grande, hay matices. “El calibre está relacionado con sabor y firmeza, pero no es lo más determinante. Sin embargo, con una mayor oferta global, los calibres pequeños tienden a ser castigados en precio”, explica. Esa correlación calibre–calidad obliga a planificar bien desde el huerto.

—¿Qué se anticipa para esta temporada en términos de calidad de fruta, considerando factores como horas frío, condición de llegada y logística?

El ejecutivo señala que, si bien el invierno partió con acumulación de frío deficiente, junio trajo cierta recuperación. “Es un año que podría considerarse más normal”, comenta. Otro factor relevante para esta temporada  es que el Año Nuevo Chino en 2026 será más tardío, el 17 de febrero. “Eso hace que las cosechas no sean tan aceleradas. Los productores están muy conscientes de la necesidad de regular carga para lograr fruta con buen calibre y firmeza”, agrega.

—¿Cómo se están abordando los manejos fitosanitarios en un contexto de presión por reducir costos?

Vial plantea que la eficiencia es clave, pero hay ciertos programas que no pueden ser descuidados. “En lo fitosanitario, especialmente lo relacionado con plagas, sanidad y fungicidas, no se puede bajar la guardia. Son requisitos ineludibles para exportar”, afirma. Donde sí se pueden generar ahorros, dice, es en mejorar la eficiencia de las aplicaciones y en optimizar la regulación de carga desde la poda, evitando ajustes tardíos que encarecen el proceso.

—¿Qué problemas poscosecha se observan con más frecuencia en destino y cómo pueden prevenirse desde el huerto?

El gran talón de Aquiles, según el gerente de Ranco Cherries, es la falta de firmeza. “Si la fruta no está firme, la condición en destino se ve comprometida”, afirma. Para evitarlo, se requiere una combinación de manejos: buena poda para asegurar iluminación, regulación de carga adecuada y ventilación del huerto.

También menciona diferencias por variedad. En las variedades tempranas, la condición se ve más influida por factores de primavera, como lluvias tardías en octubre o noviembre. En cambio, en las variedades de diciembre, el riesgo climático es menor y la calidad depende más de una cosecha oportuna en color y firmeza. “Cada vez se requiere más precisión en esos parámetros”, advierte.

—¿Cómo trabajan con los productores para garantizar fruta que cumpla con los requerimientos del mercado?

Desde Ranco Cherries explican que el trabajo con los productores se da de manera integral, abordando tanto aspectos técnicos como de planificación. En el plano fitosanitario, aseguran que se cumpla un programa básico orientado a cumplir las exigencias de los mercados en materia de plagas y residuos. En cuanto a poda y regulación de carga, entregan apoyo técnico con conteos de yemas y análisis detallados para orientar decisiones informadas y eficaces. Durante la cosecha, acompañan en terreno a los productores para definir los puntos óptimos de cosecha, el color adecuado y el momento más conveniente para la recolección, evitando así pérdidas por decisiones equivocadas.

—¿Qué cambios son necesarios en la producción nacional para sostener la competitividad internacional?

Vial recuerda que Chile es responsable del 97% de las exportaciones de cereza del hemisferio sur, lo que implica una gran responsabilidad. “La clave está en tener fruta firme y de buena calidad, con manejos oportunos. Eso incluye una cosecha precisa y una regulación de carga inteligente”, subraya.

También destaca un cambio en la lógica comercial: “El mercado ya no se reduce al Año Nuevo Chino. Hoy queremos que los consumidores compren cerezas todas las semanas, y para eso la experiencia de consumo debe ser excelente”.

Como ejemplo, recuerda que esta temporada, buena parte de la fruta cosechada en diciembre llegará a destino en el mes de enero, cuando todavía es muy lejano el año nuevo chino. Sólo la fruta cosechada en enero, que es una porción menor del volumen, tendrá menos  de 45 días de postcosecha para la festividad. “Eso significa que no todo será consumo de celebración: necesitamos que nuestros consumidores compren cerezas semanalmente durante toda la temporada, especialmente en el mes de enero para el peak de arribos.

—¿Qué otros mercados se están explorando, más allá de China?

Aunque el gigante asiático sigue siendo el principal destino, Ranco Cherries también trabaja con Corea, Inglaterra, Estados Unidos y países europeos. “Son mercados más lentos. En China se vende un contenedor en una hora; en Europa, puede tardar una semana”, compara.

Aun así, valora la estrategia de diversificación. “China seguirá siendo el motor del negocio, pero otros destinos cumplen un rol importante para dar estabilidad al sistema y ampliar el consumo”, concluye.

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Volver a enamorar a China: los desafíos de calidad que enfrenta la cereza chilena en 2025

Con exigencias crecientes del mercado internacional y una temporada marcada por una acumulación irregular de frío invernal, el asesor agronómico Ricardo Miño repasa las claves técnicas que permitirán mantener la calidad y competitividad del principal producto frutícola de exportación chileno.

La cereza se ha consolidado como la principal fruta de exportación de Chile, con más de 415 mil toneladas enviadas en la temporada 2023-2024, según datos de Odepa. Sin embargo, la campaña 2025 se proyecta compleja. La acumulación de horas frío ha sido irregular en gran parte del país, lo que podría comprometer el desarrollo fenológico del cultivo, afectando su calidad final. En este escenario, el rol de los asesores técnicos cobra especial relevancia. Ricardo Miño, especialista en cerezos, entrega una radiografía precisa de los factores que hoy definen la calidad exportable, las tecnologías en uso y las estrategias para no perder el sitial privilegiado que Chile ocupa en el mercado chino.

¿Cuáles son los principales factores agronómicos que definen la calidad de una cereza en el escenario actual, considerando la presión del mercado internacional?

“En el último tiempo, y en realidad desde hace bastantes años, nuestro principal mercado que es China nos exige una fruta de muy buen tamaño —idealmente sobre el calibre 28—, aunque en algunas variedades basta con calibres sobre 26, ya que genéticamente les cuesta alcanzar un mayor diámetro. En todos los casos se espera una firmeza adecuada, ojalá superior a 75 unidades de durofel, y un sabor equilibrado, con buena relación entre acidez y sólidos solubles. Además, se espera fruta con el mínimo de defectos de condición y calidad”.

En un año marcado por una acumulación irregular de horas frío en varios sectores del país, ¿Cómo afecta esto la calidad de la fruta? ¿Y qué estrategias recomiendan ustedes para mitigar este impacto desde el huerto?

“Totalmente de acuerdo: la acumulación de frío ha sido bastante irregular. Comenzamos con valores muy bajos, similares a los peores años en términos de frío invernal. Aunque hubo una recuperación tardía en las últimas semanas, creemos que ese repunte no basta para lograr una adecuada termina fisiológica.

En años de baja acumulación, se observan desórdenes en todos los procesos fenológicos: floraciones irregulares, desarrollo desigual del fruto y cosechas desuniformes, especialmente en el color. Para mitigar esto, usamos rompedores de dormancia —principalmente cianamida hidrogenada— en variedades que lo requieren, como Santina, que es especialmente sensible al déficit de frío.

También recomendamos el uso de homogenizadores para sincronizar la floración, mejorar el calibre final y lograr una cosecha más uniforme, idealmente al barrer”.

¿Qué tecnologías o manejos están usando actualmente los productores líderes en Chile para asegurar calibre, firmeza y condición en destino?

“La clave está en un adecuado ajuste de carga. Una regulación temprana permite distribuir mejor las reservas del árbol. Junto con eso, se debe evitar errores en el manejo del riego y la nutrición, y mantener un huerto sano. La calidad se construye disminuyendo al máximo cualquier fuente de estrés”.

Desde su experiencia, ¿cuáles son los errores más frecuentes que se cometen en la etapa de precosecha y que comprometen la calidad de la fruta?

“El error más común ha sido priorizar el volumen sobre la calidad. Un ajuste de carga deficiente es frecuente. Además, se cometen errores de riego —pensando erróneamente que más agua mejora el calibre— y se descuida la nutrición.

Otro punto crítico es la cosecha. Hacerla apurada y sin control repercute directamente en la poscosecha. Hoy la industria internacional exige cada vez más en términos de condición y firmeza al arribo”.

La industria internacional está cada vez más exigente en términos de condición y poscosecha. ¿Cómo se puede anticipar eso desde la planificación de huerto y la elección de variedades?

“La planificación estratégica es fundamental. Antes no se consideraban tanto las condiciones edafoclimáticas, lo cual hoy sabemos que es un error. Un mal diseño de riego o una mala elección de portainjertos puede acentuar los problemas de estrés.

También hemos aprendido que el uso de platabandas o camellones mejora notablemente el comportamiento del huerto, incluso en zonas sin napas freáticas. Esta práctica favorece el desarrollo radicular, lo que se traduce en plantas más sanas y resilientes”.

¿Qué rol cumple el riego y la nutrición en la construcción de calidad? ¿Qué prácticas están marcando la diferencia esta temporada?

“Riego y nutrición van de la mano. Son tal vez los principales talones de Aquiles de la industria. Aún no aprendemos del todo a regar cerezos: muchos huertos aplican el mismo esquema a todas las variedades, pese a que cada una tiene necesidades distintas.

Uno de los errores más costosos fue regar variedades nuevas como si fueran Santina. Hoy las tecnologías de precisión —sensores, tensiómetros, telemetría— permiten optimizar el uso del agua, ahorrar recursos y mejorar la calidad de la fruta”.

La cosecha temprana ha sido una apuesta de algunos productores de los últimos años. ¿Qué riesgo implica eso para la calidad y cómo se deben manejar?

“Es cierto, la cosecha temprana es una meta para muchos, pero requiere estar en sectores aptos o implementar tecnologías como macrotúneles o invernaderos. El mayor riesgo está en no retirar estas estructuras a tiempo, lo que puede generar fruta blanda.

Además, el manejo de riego y nutrición en estas condiciones debe ser muy preciso. Hemos visto casos de buen calibre pero firmeza insuficiente. Afortunadamente, varios productores ya han aprendido a ajustar sus prácticas, sacrificando un par de días para lograr fruta firme, sabrosa y de calidad superior”.

Mirando al futuro, ¿cómo cree usted que se va a redefinir el concepto de calidad para la cereza chilena en los próximos años y qué tan preparado está el sector para responder a esa demanda?

“Hace años que el mercado chino —nuestro principal y casi único cliente— nos exige fruta grande, firme y sabrosa. Desde 2019, las liquidaciones de calibres pequeños no cubren los costos. Ya desde 2020, solo el calibre J es rentable.

La industria necesita alinearse y avanzar en conjunto. Los productores son clave: si ellos lideran el cambio, todo será más fácil. No podemos seguir enviando fruta que el mercado no quiere. De un regalo premium, pasamos a ser algo común e incluso despreciado. Debemos reconquistar ese mercado”.

¿Qué última recomendación le daría a los productores para esta temporada?

“Lo más importante es trabajar para reducir al máximo el estrés del huerto, tanto biótico como abiótico. Todo parte por elegir bien la combinación variedad/portainjerto, y asegurar una base sólida para el desarrollo del sistema radicular.

Con un buen sustento, el árbol puede expresar todo su potencial, enferma menos y responde mejor. Es un enfoque integral que debemos seguir reforzando”.

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TURBINE® amplía su etiqueta con nuevas autorizaciones para frutales

TURBINE® es uno de los insecticidas más innovadores del portafolio Syngenta. Formulado a base de Flonicamid, un ingrediente activo de una clase química diferenciada, destaca por su exclusivo modo de acción, baja toxicidad en mamíferos, polinizadores e insectos benéficos, y un potente efecto anti-alimentario sobre plagas clave como mosquita blanca, pulgones y escamas.

Este mes, TURBINE® ha incorporado nuevas extensiones de uso en su etiqueta, ahora autorizado para diversos frutales como cítricos, carozos, nogal y avellano europeo. 

Unidos por la innovación. Queremos expresar nuestros agradecimientos a las entomólogas y entomólogos, así como a los laboratorios de monitoreo de plagas, quienes fueron clave en la introducción de esta nueva solución en el agro. Su valiosa colaboración y experiencia han sido fundamentales para este nuevo lanzamiento.

Nuevas extensiones de uso autorizadas en la etiqueta de TURBINE®:

  • Nectarino, Durazno, Ciruela, Cereza: Escama de San José (Diaspidiotus perniciosus).
  • Nogal: Escama de San José (Diaspidiotus perniciosus).
  • Avellano Europeo: Pulgón del avellano (Myzocallis corylis) y chinche del avellano (Leptoglossus chilensis).
  • Naranjo, Mandarino, Clementino, Limonero: Chanchito blanco (Pseudococcus sp.).

Para más información sobre TURBINE® y cómo puede ayudarte a proteger tus cultivos de manera eficiente y selectiva, visita:  https://www.syngenta.cl/product/crop-protection/insecticidas/turbine

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Salud mamaria y reproductiva: claves para una producción láctea sustentable

En el exigente escenario de la producción lechera, el bienestar del rebaño es un factor crítico. Dentro de este contexto, la salud mamaria y la salud reproductiva destacan como dos áreas fundamentales. Aunque suelen tratarse por separado, ambas están estrechamente interrelacionadas y comparten un punto de partida común: un animal bien nutrido, saludable y manejado con enfoque preventivo.

Para Eduardo García, especialista en calidad de leche y salud mamaria, el rendimiento de una vaca no puede entenderse solo desde la glándula mamaria. “Una vaca que cojea, que tiene problemas hepáticos o reproductivos, va a producir leche de menor calidad. Todo está conectado”, afirma.

Rolando Vidal, médico veterinario enfocado en reproducción bovina, complementa esta mirada señalando que las tasas de fertilidad y concepción dependen en gran medida del estado sanitario general del animal. “Si no existe una buena condición corporal, es muy difícil que el sistema reproductivo responda correctamente. La vaca puede estar produciendo leche, pero no necesariamente estará ovulando como debería”.

Ambos expertos coinciden en que la salud debe evaluarse desde una mirada integral, donde la nutrición, la gestión sanitaria, el manejo y la tecnología trabajan en conjunto.

Prevención: el camino más eficiente

Enfermedades como la mastitis subclínica o la endometritis postparto afectan silenciosamente la productividad. En el caso de la mastitis, se estima que provoca pérdidas globales anuales superiores a los 35 mil millones de dólares. Aunque muchas veces pasa desapercibida, sus consecuencias pueden ser graves, incluyendo reabsorciones embrionarias y disminución en la calidad composicional de la leche.

La estrategia más efectiva frente a estos desafíos es la prevención. García explica que todo comienza en la crianza, asegurando un calostro de calidad y evitando el uso de leche contaminada para las terneras. La rutina de ordeña, la limpieza del ambiente y la calibración de equipos son aspectos clave, pero ninguno de ellos compensa una mala alimentación.

Vidal, desde el ámbito reproductivo, destaca la necesidad de registros confiables, seguimiento semanal y una planificación clara. “No basta con decir que hoy salieron muchas vacas preñadas. Hay que saber con cuántas inseminaciones se logró y si los resultados son sostenibles”.

En esta línea, la incorporación de herramientas digitales ha facilitado una gestión más precisa. Hoy existen programas que permiten registrar datos desde el celular, evitando errores y acelerando la toma de decisiones. Además, dispositivos como collares de actividad, sensores de conductividad en leche o ecógrafos portátiles se han vuelto aliados habituales en predios tecnificados.

Sin embargo, ambos profesionales advierten que la tecnología solo aporta valor cuando existe un equipo capacitado para utilizarla. La falta de mano de obra calificada, especialmente entre los más jóvenes, sigue siendo un desafío transversal en el sector lechero.

La nutrición como base de todo

En ambas entrevistas, la nutrición animal aparece como un factor central y transversal. No solo incide directamente en la producción láctea, sino que determina la capacidad inmunológica del animal y su desempeño reproductivo. “El sistema inmune es altamente demandante de energía”, señala García. “Sin una dieta balanceada, no se puede responder adecuadamente frente a desafíos sanitarios”.

Micronutrientes como el zinc, cobre y selenio, además de vitaminas esenciales como la E, cumplen funciones clave como precursores de glóbulos blancos. Estos elementos fortalecen la respuesta inmunológica, en especial frente a infecciones mamarias. Vidal refuerza esta mirada desde el preparto, donde monitorear el pH ruminal es una herramienta preventiva para evitar trastornos metabólicos que luego afectan la fertilidad.

En este sentido, la asesoría especializada en nutrición animal cobra especial relevancia. Un animal que se alimenta bien, no solo produce más leche, sino que también logra mejores tasas de concepción, menor incidencia de enfermedades y, en consecuencia, una mayor vida útil dentro del sistema productivo.

La visión compartida por ambos profesionales es clara: no hay éxito posible si se trabaja de forma fragmentada. La interacción entre asesores nutricionales, veterinarios, encargados de ordeña y productores es esencial. “Las agendas individuales no sirven. El trabajo en equipo es el único camino para lograr resultados sostenibles”, concluye Vidal.

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