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Con exigencias crecientes del mercado internacional y una temporada marcada por una acumulación irregular de frío invernal, el asesor agronómico Ricardo Miño repasa las claves técnicas que permitirán mantener la calidad y competitividad del principal producto frutícola de exportación chileno.

La cereza se ha consolidado como la principal fruta de exportación de Chile, con más de 415 mil toneladas enviadas en la temporada 2023-2024, según datos de Odepa. Sin embargo, la campaña 2025 se proyecta compleja. La acumulación de horas frío ha sido irregular en gran parte del país, lo que podría comprometer el desarrollo fenológico del cultivo, afectando su calidad final. En este escenario, el rol de los asesores técnicos cobra especial relevancia. Ricardo Miño, especialista en cerezos, entrega una radiografía precisa de los factores que hoy definen la calidad exportable, las tecnologías en uso y las estrategias para no perder el sitial privilegiado que Chile ocupa en el mercado chino.

¿Cuáles son los principales factores agronómicos que definen la calidad de una cereza en el escenario actual, considerando la presión del mercado internacional?

“En el último tiempo, y en realidad desde hace bastantes años, nuestro principal mercado que es China nos exige una fruta de muy buen tamaño —idealmente sobre el calibre 28—, aunque en algunas variedades basta con calibres sobre 26, ya que genéticamente les cuesta alcanzar un mayor diámetro. En todos los casos se espera una firmeza adecuada, ojalá superior a 75 unidades de durofel, y un sabor equilibrado, con buena relación entre acidez y sólidos solubles. Además, se espera fruta con el mínimo de defectos de condición y calidad”.

En un año marcado por una acumulación irregular de horas frío en varios sectores del país, ¿Cómo afecta esto la calidad de la fruta? ¿Y qué estrategias recomiendan ustedes para mitigar este impacto desde el huerto?

“Totalmente de acuerdo: la acumulación de frío ha sido bastante irregular. Comenzamos con valores muy bajos, similares a los peores años en términos de frío invernal. Aunque hubo una recuperación tardía en las últimas semanas, creemos que ese repunte no basta para lograr una adecuada termina fisiológica.

En años de baja acumulación, se observan desórdenes en todos los procesos fenológicos: floraciones irregulares, desarrollo desigual del fruto y cosechas desuniformes, especialmente en el color. Para mitigar esto, usamos rompedores de dormancia —principalmente cianamida hidrogenada— en variedades que lo requieren, como Santina, que es especialmente sensible al déficit de frío.

También recomendamos el uso de homogenizadores para sincronizar la floración, mejorar el calibre final y lograr una cosecha más uniforme, idealmente al barrer”.

¿Qué tecnologías o manejos están usando actualmente los productores líderes en Chile para asegurar calibre, firmeza y condición en destino?

“La clave está en un adecuado ajuste de carga. Una regulación temprana permite distribuir mejor las reservas del árbol. Junto con eso, se debe evitar errores en el manejo del riego y la nutrición, y mantener un huerto sano. La calidad se construye disminuyendo al máximo cualquier fuente de estrés”.

Desde su experiencia, ¿cuáles son los errores más frecuentes que se cometen en la etapa de precosecha y que comprometen la calidad de la fruta?

“El error más común ha sido priorizar el volumen sobre la calidad. Un ajuste de carga deficiente es frecuente. Además, se cometen errores de riego —pensando erróneamente que más agua mejora el calibre— y se descuida la nutrición.

Otro punto crítico es la cosecha. Hacerla apurada y sin control repercute directamente en la poscosecha. Hoy la industria internacional exige cada vez más en términos de condición y firmeza al arribo”.

La industria internacional está cada vez más exigente en términos de condición y poscosecha. ¿Cómo se puede anticipar eso desde la planificación de huerto y la elección de variedades?

“La planificación estratégica es fundamental. Antes no se consideraban tanto las condiciones edafoclimáticas, lo cual hoy sabemos que es un error. Un mal diseño de riego o una mala elección de portainjertos puede acentuar los problemas de estrés.

También hemos aprendido que el uso de platabandas o camellones mejora notablemente el comportamiento del huerto, incluso en zonas sin napas freáticas. Esta práctica favorece el desarrollo radicular, lo que se traduce en plantas más sanas y resilientes”.

¿Qué rol cumple el riego y la nutrición en la construcción de calidad? ¿Qué prácticas están marcando la diferencia esta temporada?

“Riego y nutrición van de la mano. Son tal vez los principales talones de Aquiles de la industria. Aún no aprendemos del todo a regar cerezos: muchos huertos aplican el mismo esquema a todas las variedades, pese a que cada una tiene necesidades distintas.

Uno de los errores más costosos fue regar variedades nuevas como si fueran Santina. Hoy las tecnologías de precisión —sensores, tensiómetros, telemetría— permiten optimizar el uso del agua, ahorrar recursos y mejorar la calidad de la fruta”.

La cosecha temprana ha sido una apuesta de algunos productores de los últimos años. ¿Qué riesgo implica eso para la calidad y cómo se deben manejar?

“Es cierto, la cosecha temprana es una meta para muchos, pero requiere estar en sectores aptos o implementar tecnologías como macrotúneles o invernaderos. El mayor riesgo está en no retirar estas estructuras a tiempo, lo que puede generar fruta blanda.

Además, el manejo de riego y nutrición en estas condiciones debe ser muy preciso. Hemos visto casos de buen calibre pero firmeza insuficiente. Afortunadamente, varios productores ya han aprendido a ajustar sus prácticas, sacrificando un par de días para lograr fruta firme, sabrosa y de calidad superior”.

Mirando al futuro, ¿cómo cree usted que se va a redefinir el concepto de calidad para la cereza chilena en los próximos años y qué tan preparado está el sector para responder a esa demanda?

“Hace años que el mercado chino —nuestro principal y casi único cliente— nos exige fruta grande, firme y sabrosa. Desde 2019, las liquidaciones de calibres pequeños no cubren los costos. Ya desde 2020, solo el calibre J es rentable.

La industria necesita alinearse y avanzar en conjunto. Los productores son clave: si ellos lideran el cambio, todo será más fácil. No podemos seguir enviando fruta que el mercado no quiere. De un regalo premium, pasamos a ser algo común e incluso despreciado. Debemos reconquistar ese mercado”.

¿Qué última recomendación le daría a los productores para esta temporada?

“Lo más importante es trabajar para reducir al máximo el estrés del huerto, tanto biótico como abiótico. Todo parte por elegir bien la combinación variedad/portainjerto, y asegurar una base sólida para el desarrollo del sistema radicular.

Con un buen sustento, el árbol puede expresar todo su potencial, enferma menos y responde mejor. Es un enfoque integral que debemos seguir reforzando”.

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