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En el exigente escenario de la producción lechera, el bienestar del rebaño es un factor crítico. Dentro de este contexto, la salud mamaria y la salud reproductiva destacan como dos áreas fundamentales. Aunque suelen tratarse por separado, ambas están estrechamente interrelacionadas y comparten un punto de partida común: un animal bien nutrido, saludable y manejado con enfoque preventivo.

Para Eduardo García, especialista en calidad de leche y salud mamaria, el rendimiento de una vaca no puede entenderse solo desde la glándula mamaria. “Una vaca que cojea, que tiene problemas hepáticos o reproductivos, va a producir leche de menor calidad. Todo está conectado”, afirma.

Rolando Vidal, médico veterinario enfocado en reproducción bovina, complementa esta mirada señalando que las tasas de fertilidad y concepción dependen en gran medida del estado sanitario general del animal. “Si no existe una buena condición corporal, es muy difícil que el sistema reproductivo responda correctamente. La vaca puede estar produciendo leche, pero no necesariamente estará ovulando como debería”.

Ambos expertos coinciden en que la salud debe evaluarse desde una mirada integral, donde la nutrición, la gestión sanitaria, el manejo y la tecnología trabajan en conjunto.

Prevención: el camino más eficiente

Enfermedades como la mastitis subclínica o la endometritis postparto afectan silenciosamente la productividad. En el caso de la mastitis, se estima que provoca pérdidas globales anuales superiores a los 35 mil millones de dólares. Aunque muchas veces pasa desapercibida, sus consecuencias pueden ser graves, incluyendo reabsorciones embrionarias y disminución en la calidad composicional de la leche.

La estrategia más efectiva frente a estos desafíos es la prevención. García explica que todo comienza en la crianza, asegurando un calostro de calidad y evitando el uso de leche contaminada para las terneras. La rutina de ordeña, la limpieza del ambiente y la calibración de equipos son aspectos clave, pero ninguno de ellos compensa una mala alimentación.

Vidal, desde el ámbito reproductivo, destaca la necesidad de registros confiables, seguimiento semanal y una planificación clara. “No basta con decir que hoy salieron muchas vacas preñadas. Hay que saber con cuántas inseminaciones se logró y si los resultados son sostenibles”.

En esta línea, la incorporación de herramientas digitales ha facilitado una gestión más precisa. Hoy existen programas que permiten registrar datos desde el celular, evitando errores y acelerando la toma de decisiones. Además, dispositivos como collares de actividad, sensores de conductividad en leche o ecógrafos portátiles se han vuelto aliados habituales en predios tecnificados.

Sin embargo, ambos profesionales advierten que la tecnología solo aporta valor cuando existe un equipo capacitado para utilizarla. La falta de mano de obra calificada, especialmente entre los más jóvenes, sigue siendo un desafío transversal en el sector lechero.

La nutrición como base de todo

En ambas entrevistas, la nutrición animal aparece como un factor central y transversal. No solo incide directamente en la producción láctea, sino que determina la capacidad inmunológica del animal y su desempeño reproductivo. “El sistema inmune es altamente demandante de energía”, señala García. “Sin una dieta balanceada, no se puede responder adecuadamente frente a desafíos sanitarios”.

Micronutrientes como el zinc, cobre y selenio, además de vitaminas esenciales como la E, cumplen funciones clave como precursores de glóbulos blancos. Estos elementos fortalecen la respuesta inmunológica, en especial frente a infecciones mamarias. Vidal refuerza esta mirada desde el preparto, donde monitorear el pH ruminal es una herramienta preventiva para evitar trastornos metabólicos que luego afectan la fertilidad.

En este sentido, la asesoría especializada en nutrición animal cobra especial relevancia. Un animal que se alimenta bien, no solo produce más leche, sino que también logra mejores tasas de concepción, menor incidencia de enfermedades y, en consecuencia, una mayor vida útil dentro del sistema productivo.

La visión compartida por ambos profesionales es clara: no hay éxito posible si se trabaja de forma fragmentada. La interacción entre asesores nutricionales, veterinarios, encargados de ordeña y productores es esencial. “Las agendas individuales no sirven. El trabajo en equipo es el único camino para lograr resultados sostenibles”, concluye Vidal.

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